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En este artículo, te vamos a explicar qué es una API y para qué sirve. Para ello, tendremos que hablarte de cómo funcionan, además de adelantarte los diferentes tipos. ¿Y qué importancia tienen las API? Para que te hagas una idea, son imprescindibles para el funcionamiento de las aplicaciones y webs actuales.
Seguramente que, si estás aquí, ya hayas escuchado hablar de las API. Puede ser que alguna vez hayas oído hablar de una empresa que puso límites a su API o del precio excesivo que cobraban por alguna de ellas.
Ahora, es momento de que conozcas en profundidad qué es una API.
API es el acrónimo de Application Programming Interface, que consiste en un conjunto de definiciones y protocolos que permite la comunicación entre diferentes componentes del software. Una API consigue que los desarrolladores integren funcionalidades de un software en sus plataformas, sin la necesidad de que se conozcan los detalles internos de cómo está hecho.
El concepto de API existió desde los inicios del desarrollo de software, permitiendo que una aplicación se comunique con otra de manera eficiente. Así, podemos decir que no se trata de un término moderno, sino que siempre existió.
¿Qué hace una API? Básicamente, se encarga de recibir solicitudes, procesarlas y devolver la respuesta correspondiente. Estas interacciones puede ser simples, como permitir que una aplicación web obtenga datos de una base de datos, o complejas, como permitir la interacción entre múltiples microservicios.
Vamos a entender el paso a paso. Primero, una aplicación hace una solicitud para utilizar una API, siguiendo un formato estandarizado como el protocolo HTTP. Esta solicitud llega al servidor de la API y devuelve una respuesta con los datos o con un mensaje de error
Ahora, vamos a ver por qué una API puede funcionar de una u otra manera en función del tipo de tecnología que utilice. Aquí tenemos la API de REST, la API de SOAP o WebSocket, que vemos en profundidad a continuación.
SOAP significa Simple Object Access Protocol y forma un protocolo estándar para la creación de interfaces de programación de aplicaciones. SOAP se basa en XML, algo ideal para garantizar la integridad y seguridad de los datos. Por ello, se usa, sobre todo, en aplicaciones bancarias y servicios financieros.
Las API de RPC (Remote Procedure Call) propician que se ejecuten funciones o procedimientos en otra máquina de manera remota. Así, se basa en una comunicación sincrónica, ya que una aplicación hace una solicitud y espera una respuesta inmediata del servidor.
¿Dónde es útil RPC? En situaciones de baja latencia y rapidez en las transacciones, como en sistemas distribuidos y servicios de teléfono móvil. De igual manera, es una brillante opción para los proyectos que requieren de una alta interactividad y acceso a objetos en tiempo real.
Las API de WebSocket son ideales en proyectos que demandan de una comunicación bidireccional en tiempo real, como chat o juegos online. WebSocket es diferente a HTTP, ya que propicia una conexión permanente entre el cliente y el servidor.
Esta API es perfecta porque ofrece una estupenda experiencia de usuario cuando la latencia es crítica. Por ello, se utiliza en aplicaciones web que muestran datos en tiempo, como los tableros de operaciones bursátiles.
La API de REST (Representational State Transfer) se erige como una de las más populares hoy en día por su simplicidad y flexibilidad. Y es que REST usa el protocolo HTTP, de manera que permite operaciones como GET, POST, PUT y DELETE.
Esto lo diferencia de SOAP, ya que REST no impone un formato específico de los datos, permitiendo otros como JSON o HTML.
Esta API de REST se usa, sobre todo, en entornos de arquitectura de microservicios. Un ejemplo claro de esta API se produce cuando un usuario inicia sesión y se le devuelve un token de autenticación que se utiliza para completar acciones subsecuentes.
Después de conocer cómo funciona una API y descubrir cuáles son las más famosas, toca conocer cuáles son los distintos tipos. Y es que debes saber que cada uno de ellos se diseñó para un propósito específico.
Una API sirve para que las aplicaciones interactúen entre sí de una forma eficiente. Por ello, una API encierra numerosos beneficios:
Vamos a imaginar la siguiente situación: quieres crear una aplicación que muestre el pronóstico del tiempo. Pero claro, tú no vas a montar estaciones meteorológicas y recoger los datos, sino que optas por utilizar una API como la de OpenWeatherMap, que proporciona datos actualizados.
Para conseguir esto, tan solo necesitas registrarte en el sitio web, obtener la clave de la API y hacer una solicitud de datos. Para ello, usando una llamada GET podrías solicitar la temperatura actual en cualquier ubicación. Se te devolverán los datos en formato JSON para mostrarlos en tu aplicación.
Así, sin necesidad de desarrollar nada, tendrás tu aplicación meteorológica.
Para terminar, queremos acercarte una tecnología moderna para las APIs como es GraphQL. Esta tecnología permite a los clientes solicitar los datos que necesitan. Fue desarrollado por Facebook y proporciona una mayor flexibilidad al permitir consultas más específicas y optimizadas.
GraphQL te permite reducir la sobrecarga de datos, motivo por el que ha ganado popularidad, sobre todo en proyectos que requieren una gran cantidad de interacciones con bases de datos.
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