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El sueño es una necesidad básica del ser humano y es esencial para la salud mental y física. Nosotros mismos podemos comprobarlo: cuando dormimos bien y nos sentimos descansado tenemos mucha más energía y capacidad de concentrarnos, mientras que una mala noche puede condicionar nuestro estado de ánimo y bienestar general durante un día entero.
Si tenemos problemas para dormir y se vuelven crónicos, lo más probable es que desarrollemos trastornos del sueño. En esta entrada te explicamos los principales trastornos del sueño y sus síntomas para que puedas informarte. ¡Échale un vistazo a la formación relacionada en trastornos del sueño que te proponemos al principio y final del artículo!
Un trastorno del sueño se caracteriza por suponer un obstáculo en la vida de la persona e interrumpir su ritmo normal de actividad diurna, así como por perturbar significativamente su tiempo de descanso.
No obstante, muchas personas tienen tendencias y hábitos de sueño que pueden desviarse de lo que consideramos un sueño normal sin que esto realmente se derive de un trastorno del sueño. Así pues, los siguientes comportamientos de sueño se consideran aceptables y relativamente sanos, aunque bastante personales:
Si bien estas conductas de sueño son propias de cada persona y no se consideran anómalas, pueden dar pie a trastornos del sueño si se dan ciertas circunstancias. Por ejemplo, si una persona que acostumbra a acostarse muy tarde consigue un trabajo en el que tiene que levantarse muy temprano, puede ir acumulando una falta de sueño inhabilitante en caso de no lograr adaptarse a su nuevo horario.
A continuación, te describimos algunos de los trastornos del sueño más comunes:
Cuando padeces insomnio se trastoca tu ritmo de sueño, lo que puede significar que no estás durmiendo lo suficiente, que no te sientes descansado después de dormir o que te cuesta conciliar el sueño o mantener un sueño duradero. Para la mayoría, el insomnio suele resultar en una falta seria de energía, somnolencia excesiva y malestar general.
Las causas del insomnio son muy variadas, aunque en muchas ocasiones no se puede detectar ningún origen en concreto. Podemos distinguir entre insomnio agudo, si pasa esporádicamente y tan solo a lo largo de un par de meses, e insomnio crónico, que se trata de una condición más seria que se prolonga más allá de unos meses y ocasiona un deterioro evidente en el día a día de la persona.
La mayor parte de la sociedad conoce la apnea como roncar, y en la cultura popular no se concibe como un trastorno del sueño, pero sí que lo es. A una persona que padece este trastorno del sueño se le obstruyen las vías respiratorias varias veces al dormir, lo que provoca ronquidos, jadeos y pausas violentas en la respiración.
Todas estas interrupciones se reflejan en una somnolencia excesiva durante el día, en dolor de garganta y cansancio. Algunos factores de riesgo de la apnea del sueño son un historial familiar de personas con apnea, sexo masculino y obesidad.
Estos trastornos entran dentro de la categoría de trastornos del sueño en fase no REM y conllevan episodios de despertares incompletos en el primer tercio del sueño. Es en estos despertares parciales que se da tanto el sonado sonambulismo como los terrores nocturnos. Este tipo de trastornos del sueño se observan con mayor frecuencia en niños, y tienen mucha menor prevalencia en la adultez.
El sonambulismo comprende episodios reiterados en el que la persona, mientras permanece dormida, se levanta de la cama y se empieza pasear. Durante un episodio de sonambulismo la persona dormida no exterioriza expresiones en la cara, no responde a estímulos externos ni se despierta fácilmente.
Por otra parte, los terrores nocturnos son episodios en los que la persona se despierta de forma súbita gritando. Esto se debe a que en un terror nocturno se experimentan sensaciones muy desagradables e intensas como pavor o ansiedad, que también vienen acompañadas de latidos acelerados y sudoración.
Las personas que padecen narcolepsia sienten una necesidad súbita, inesperada e inevitable de dormir profundamente. También puede manifestarse en forma de microsueños repartidos a lo largo del día.
Para recibir un diagnóstico afirmativo de narcolepsia, la persona debe experimentar estos episodios tres veces a la semana a lo largo de por lo menos tres meses. A su vez, la narcolepsia va acompañada de cataplejía, es decir, pérdida temporal del tono muscular que puede ocasionar cabeceos o caídas involuntarios. Este trastorno del sueño suele tener su raíz en una deficiencia de células productoras de hipocretina en el hipotálamo.
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