Índice
La educación segregada describe prácticas y arreglos escolares que separan al alumnado según características como el origen socioeconómico, el rendimiento, la etnia, la discapacidad o el sexo. Aunque históricamente se justificó como una vía eficiente para atender diferencias, la evidencia actual la vincula con brechas de aprendizaje persistentes, menor equidad y climas escolares menos saludables.
Los sistemas inclusivos promueven aulas heterogéneas, apoyos flexibles y altas expectativas para todo el estudiantado. En otras palabras, el reto no es separar mejor, sino tener menos educación segregada para enseñar mejor en contextos diversos.
La separación formal de estudiantes se consolidó en el siglo XX mediante circuitos paralelos con escuelas especiales, vías académicas rígidas o centros separados por barrio.
En Europa Central y del Este, por ejemplo, la segregación étnica afectó de forma sistemática a comunidades como la población romaní. Después de los 90, muchas jurisdicciones incorporaron marcos antidiscriminación y políticas de integración.
Sin embargo, los patrones de concentración de estudiantes vulnerables no desaparecieron; más bien se transformaron a través de mecanismos como la zonificación residencial, la selección por rendimiento y ciertos diseños de elección de escuela que, sin mitigaciones, reproducen desigualdades.
Existen múltiples formas y niveles en que opera la segregación escolar. Los tipos más comunes son los siguientes:
Entre escuelas: concentración de alumnado con desventajas en determinados centros por residencia, selección, cuotas, transporte y oferta educativa.
Dentro de la escuela: grupos o tracks por nivel, agrupamientos por conducta o necesidades, y aulas separadas que rara vez se revierten.
Por programa: derivaciones permanentes a educación especial cuando podrían aplicarse apoyos en el aula ordinaria.
Por territorio: delimitaciones de zonas escolares que dividen de facto según renta o composición étnica.
Estas manifestaciones suelen combinarse, generando efectos acumulativos sobre oportunidades y resultados.
En términos de gobernanza, la separación puede surgir de decisiones explícitas, por ejemplo, un programa selectivo o de interacciones no previstas entre normas de admisión, información asimétrica a familias y diferencias socioeconómicas entre barrios.
Los principales mitos contra la educación segregada son los siguientes:
Separar mejora la atención individualizada: la atención personalizada no exige separar: se logra con enseñanza multinivel, co‑docencia y apoyos itinerantes.
Mejora el clima y el rendimiento de quien se queda: la evidencia internacional muestra que la heterogeneidad bien gestionada eleva expectativas y rendimiento global, además de reducir estigmas.
Es una elección neutral de las familias: sin reglas claras, la libre elección puede amplificar la segregada por renta y rendimiento. Por eso, la OCDE recomienda controles de admisión, información transparente y compensaciones para evitar sesgos de selección.
Es temporal: en la práctica, muchas derivaciones son difíciles de revertir y terminan cristalizando trayectorias académicas de baja expectativa.
Las diferencias existen y son relevantes. Investigaciones internacionales señalan que concentrar a estudiantes con desventaja en las mismas aulas o centros diluye expectativas, reduce acceso a docentes experimentados y limita redes mixtas de apoyo entre pares.
El informe mundial de seguimiento de la educación de UNESCO destaca que los sistemas inclusivos obtienen mejores resultados agregados y menor desigualdad cuando combinan apoyos focalizados con escuelas heterogéneas.
En contextos con alta diversidad, la educación segregada suele asociarse a currículos menos exigentes y expectativas más bajas.
Las trayectorias posteriores también se ven afectadas con un menor acceso a educación postsecundaria, empleabilidad más débil y menor participación cívica.
No solamente se trata de un asunto de justicia social, sino que se trata de eficacia del sistema completo. Reducir la segregación, mejora promedios del centro sin perjudicar a quienes ya rinden alto, siempre que se mantengan apoyos adecuados y una cultura de altas expectativas.
Cuando disminuye la concentración de alumnado vulnerable en una escuela, mejoran los promedios del centro sin perjudicar a los estudiantes de mayor rendimiento.
Así pues, la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA) reportó que en 2021 la asistencia a escuelas donde “todos o la mayoría” de compañeros son de origen romaní alcanzó el 65% en Eslovaquia y el 64% en Bulgaria (niños 6 a 15), y que esa proporción aumentó 8 puntos en 5 años.
De esta forma, políticas de segregación y apoyo a escuelas receptoras tienden a elevar resultados medios sin dañar a los de mayor rendimiento cuando se acompañan de recursos, formación docente y seguimiento.
Los pros y contras de la educación segregada son los siguientes:
Permite concentrar recursos especializados cuando hay necesidades muy específicas y transitorias.
Puede facilitar intervenciones intensivas a corto plazo, tales como, por ejemplo, rehabilitación o apoyo clínico, siempre que exista un plan claro de retorno al aula común.
En contextos de emergencia, puede organizar respuestas rápidas mientras se restablece la normalidad.
Estigmatiza y baja expectativas, de modo que, el etiquetado reduce la autoeficacia y condiciona trayectorias futuras.
Efecto composición, ya que, la ausencia de pares con logros diversos reduce oportunidades de aprendizaje entre iguales.
Menor acceso a docentes expertos y currículos exigentes en los centros segregados.
Inercia institucional, puesto que, lo temporal suele volverse permanente.
Los costes sociales y económicos de mantener circuitos paralelos son más caros y menos efectivos que invertir en apoyos inclusivos.
Riesgo legal y reputacional, ya que, los marcos internacionales y nacionales prohíben discriminación y prácticas que resulten en segregación étnica o por discapacidad, exigiendo medidas correctivas.
En una agenda educativa global orientada a la equidad, la educación segregada solamente podría considerarse excepcional cuando tenga objetivos terapéuticos o educativos claros y se hagan evaluaciones periódicas.
De tal manera, si trabajas en dirección escolar, diseño curricular o docencia y quieres profundizar en estrategias para aulas heterogéneas, en Euroinnova te ofrecemos el Curso de Educación Inclusiva.
Quizá te interesa leer sobre...
¡Muchas gracias!
Hemos recibido correctamente tus datos. En breve nos pondremos en contacto contigo.