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Unos de los aspectos que nos motivan como padres a que nuestros hijos asistan a la escuela, es el reforzamiento en colectivo de su actitud como ser humano, es decir, que en unión con sus compañeros sus cualidades y principios sean desarrollados a través de las actividades que el docente emplea para el aprendizaje de valores en la escuela. La importancia de ello, radica en el crecimiento personal de los niños y en quiénes se convertirán en el futuro.
A través de la educación valores se intenta potenciar y afianzar una cultura y una forma de ser y comportarse basadas en el respeto a los demás, la inclusión y las ideas democráticas y solidarias. El aprendizaje de valores significa extender el alcance de la educación de manera que no se limite a la enseñanza y el aprendizaje de materias, habilidades y temas, planteándose metas relacionados con el ámbito moral y el civismo, con objetivo final de formar ciudadanos responsables.
El aprendizaje como valor, es un concepto amplio, que exige la vinculación tanto de los maestros y la comunidad educativa, muy especialmente, los padres. En el entorno actual, caracterizado por la complejidad social y la globalización económica y cultura, educar en valores se perfila como una cuestión imprescindible para formar ciudadanos que sean capaces de asumir los nuevos retos y comprometerse activamente, jugando un papel activo y eficaz en la construcción de un mundo mucho más justo, inclusivo, equitativo e intercultural.
Como sabemos las actitudes, principios y cualidades positivas que una persona adquiere desde la niñez, les son útiles al momento de entablar una relación interpersonal y con su entorno; a esto lo conocemos como valores éticos. En ese sentido, el respeto, la tolerancia, la solidaridad, el compañerismo y el cooperativismo son valores que el niño debe aprender en casa y, posteriormente, en la escuela son reforzados mediante la educación cívica y ética.
Estos principios son herramientas del desarrollo personal, ya que sin ellos, una persona no tendrá relaciones sanas ni con otros individuos ni con su medio ambiente. Asimismo, podría convertirse en una persona conflictiva, incomprendida y rechazada por la sociedad. En el aprendizaje afectivo, los niños lograrán desarrollar una actitud más positiva y de bondad respecto a todo aquello que le rodea.
En los últimos años, el aprendizaje de valores y actitudes ha sido una de las finalidades principales de la educación, obedeciendo a la necesidad no sólo de difundir conocimientos básicos sino también a la de formar a los nuevos ciudadanos del mañana.
Ciertamente, aprendizaje de valores es responsabilidad compartida de la sociedad en su conjunto, la familia y la escuela; es decir no es tarea exclusiva de la institución, pero es necesario reconocer que la influencia de la escuela en este campo es muy importante y que es posible mejorarla radicalmente, si los profesores cuentan con las herramientas indispensables para intervenir explícitamente en la formación cívica y ética de sus alumnos, no sólo cuando se traten específicamente estos temas, sino, sobre todo, durante el proceso mismo de enseñanza, en las relaciones cotidianas de la vida escolar y en las relaciones con las familias de los alumnos.
Los niños aprenden con el ejemplo, por lo tanto enseñar a los niños y niñas los valores, implica un compromiso personal. Es imprescindible dar el ejemplo con actos y palabras, para que los niños los asimilen, los imiten y los vivan. Citando de esta manera, la enseñanza de los valores se inicia en el hogar, promovida por el ser y el hacer de los padres y otros adultos significativos para el niño; posteriormente, en la escuela estos valores deberán ser ampliados y fortalecidos para su aprendizaje.
Si bien entendemos que durante el proceso de enseñanza y aprendizaje en la escuela es prioritaria la formación en valores, debemos reflexionar sobre la siguiente afirmación: los valores no se enseñan, se aprenden. Por lo tanto, es deber de los padres y madres, en la fase educativa que se da en el hogar, dar el primer paso para forjar en los niños seres individuales que se relacionan con sus comunes.
Sin embargo, no sirve de nada que tanto en la escuela como en casa solo sean expuestas las definiciones de cada uno de los valores, para que los niños aprendan, es importante el aprendizaje de valores que se hace a través del ejemplo y en espacios temporales o físicos concretos.
En consecuencia, la enseñanza de valores supone un reto que requiere de responsabilidad, ya que como docente o como padre debes tener soporte ético y moral de tu actitud para que los estudiantes te vean como modelo a seguir.
Entonces, sabiendo esto, para educar en valores a los más pequeños, no solo debemos hacer uso de estrategias didácticas, sino, además, dar a los niños lo mejor de cada uno.
Es una técnica de enseñanza que busca desarrollar las habilidades sociales de los niños, sus capacidades para interactuar, resolver problemas en colectivo, establecer comunicaciones asertivas, entre otras.
Este proceso consiste en organizar las actividades académicas en el aula para convertirlas en una experiencia social de valores del aprendizaje cooperativo, en la cual, los niños realizarán sus tareas reuniéndose un grupos pequeños y mixtos donde los alumnos trabajarán de forma conjunta.
permite, claramente, generar un espacio para el entretenimiento, la socialización, pero, además, servirá de plataforma para que el niño o niña pueda aprender los valores de cooperativismo, que contribuye con las capacidades básicas de la inteligencia emocional.
Para el aprendizaje de valores, es necesaria la humanización de la educación. En otras palabras, es necesaria la acción participativa y constante de la familia en el proceso educativo.
Existen diversos libros de cuentos que además de ser divertidos y entretenidos, ayudan a los niños a comprender para qué sirven y por qué es importante el aprendizaje de valores.
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