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Las enzimas cardíacas son una de las herramientas más valiosas que tiene la medicina moderna para detectar problemas cardíacos, en particular si se trata del corazón que es uno de los órganos más vitales del cuerpo humano y tiene la función de bombear sangre a través de todo el organismo, lo cual es esencial para mantenernos vivos.
Así pues, estas pequeñas moléculas permiten detectar enfermedades como el infarto agudo de miocardio y ayudan a monitorear el estado del corazón en diferentes situaciones clínicas.
Las enzimas cardíacas son proteínas que se encuentran normalmente dentro de las células del músculo cardíaco (miocardio).
Estas participan en múltiples procesos químicos que permiten que el corazón funcione correctamente.
Cuando ocurre una lesión en el músculo del corazón, tal como en el caso de un infarto, las células cardíacas se dañan y liberan estas enzimas a la sangre.
Al detectar un aumento en los niveles de estas sustancias, los médicos pueden sospechar que hay daño cardíaco y actuar en consecuencia.
Las más conocidas incluyen la troponina, la creatinfosfoquinasa (CK o CPK), la mioglobina y la lactato deshidrogenasa (LDH), entre otras.
Cada una tiene sus particularidades y tiempos de elevación en sangre, lo que permite una evaluación más completa del estado del corazón.
Las enzimas cardíacas son herramientas clínicas esenciales para evaluar la salud del corazón.
Su principal función diagnóstica es detectar daño en el tejido cardíaco, especialmente en situaciones de emergencia como el infarto agudo de miocardio. Sin embargo, su utilidad va mucho más allá.
Estas enzimas permiten a los médicos:
En muchos casos, el nivel de estas enzimas en sangre se convierte en el primer indicio de que algo no está bien, incluso, antes de que aparezcan signos visibles en un electrocardiograma o en otros estudios de imagen.
Existen varios tipos de enzimas cardíacas que se utilizan en la práctica médica. Cada una tiene un rol específico y un comportamiento diferente frente al daño cardíaco.
La troponina es actualmente la más confiable para los exámenes de enzimas cardíacas. Suele ser específica para detectar daños producidos en el músculo cardíaco.
De hecho, cuando los niveles de troponina están elevados, suele ser una señal clara de que ha ocurrido un infarto.
Hay 2 tipos principales:
Ambas se elevan entre 3 y 6 horas después del daño cardíaco, y pueden permanecer altas durante varios días.
De esta forma, los niveles de troponina son el biomarcador estándar para el diagnóstico de infarto agudo de miocardio.
La creatinfosfoquinasa (también llamada CPK) es una enzima que se encuentra tanto en el corazón como en otros músculos del cuerpo. Para evaluar el corazón, se mide específicamente la fracción CK-MB, que es más sensible al daño cardíaco.
La CK-MB suele elevarse en las primeras 4 a 6 horas después del daño cardíaco, y sus niveles bajan dentro de las 48 a 72 horas.
Aunque es menos específica que la troponina, sigue siendo útil en ciertos escenarios clínicos, especialmente cuando se necesita confirmar un infarto reciente.
La mioglobina es una proteína que se encuentra en el músculo y que también se libera cuando hay daño.
Su principal característica es que se eleva muy rápidamente (en solo 1 a 2 horas) después de un infarto.
Sin embargo, no es específica del corazón, por lo que su presencia elevada puede deberse también a daño en otros músculos.
Por eso, su utilidad principal está en el diagnóstico temprano, pero siempre debe ser interpretada junto con otros marcadores como la troponina.
La LDH es una enzima que se encuentra en muchos tejidos del cuerpo, incluyendo el corazón.
Cuando hay daño en el músculo cardíaco, la LDH se libera a la sangre, aunque su elevación es más lenta y menos específica que la de la troponina o la CK-MB.
Actualmente, se usa con menor frecuencia en el diagnóstico de infartos, pero puede ser útil en el seguimiento de enfermedades cardíacas más crónicas o cuando no se dispone de otras pruebas.
La medición de las enzimas cardíacas se realiza mediante un análisis de sangre, siendo una prueba de laboratorio sencilla, pero fundamental para el diagnóstico y seguimiento de enfermedades cardíacas.
Generalmente, el procedimiento se realiza de la siguiente manera:
En algunos casos, se realiza una serie de análisis de enzimas cardíacas en distintos momentos del día, lo que permite observar la evolución de los niveles en sangre, ayudando a determinar cuándo ocurrió el daño al corazón. Esta secuencia se llama “serie enzimática”.
Por ejemplo, si los niveles de troponina se elevan progresivamente en varias mediciones, el médico puede confirmar con mayor seguridad que ha ocurrido un infarto.
Además, estas pruebas pueden complementarse con otras como el electrocardiograma (ECG), la ecocardiografía o pruebas de esfuerzo, dependiendo del caso clínico.
Cuando el laboratorio entrega los resultados de las enzimas cardíacas, es importante que estos sean interpretados por un profesional de la salud, en vista de que, no todos los valores alterados indican necesariamente un infarto.
Veamos algunos ejemplos:
Por eso, los resultados nunca deben interpretarse de forma aislada. Siempre deben analizarse en conjunto con el historial clínico del paciente, sus síntomas y otras pruebas complementarias.
Así pues, los valores normales de troponina pueden variar según el laboratorio, pero cualquier valor fuera del rango de referencia puede ser indicativo de un problema.
El uso más reconocido de las enzimas cardíacas es en el diagnóstico del infarto agudo de miocardio, también conocido como IAM o ataque cardíaco.
Esta condición ocurre cuando una arteria coronaria se bloquea y el flujo de sangre al corazón se interrumpe, provocando daño al tejido.
En estos casos, la troponina es la estrella del diagnóstico. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el aumento de troponina en sangre es uno de los criterios diagnósticos principales para confirmar un infarto.
El proceso diagnóstico suele incluir:
Si se encuentran las enzimas cardíacas altas, especialmente la troponina, y hay evidencia clínica y electrocardiográfica, se confirma el diagnóstico de infarto.
La rapidez con la que se detectan estas enzimas puede salvar vidas, ya que permite iniciar tratamientos como la angioplastia o el uso de medicamentos trombolíticos.
El uso de las enzimas cardíacas se ha expandido más allá de la cardiología, formando parte de protocolos en unidades de cuidados intensivos, medicina de urgencias, y medicina interna, lo que demuestra que no son solamente biomarcadores, sino auténticas aliadas clínicas.
Así pues, además del rol de las enzimas cardíacas en el infarto, también son útiles en otras situaciones médicas como las siguientes:
Estos usos muestran que las enzimas no solamente son marcadores de infarto, sino que, también actúan como señales de advertencia para diversas condiciones críticas.
Por eso, se consideran una herramienta versátil en medicina hospitalaria.
Las enzimas cardíacas son una herramienta que es indispensable para llevar a cabo el diagnóstico y seguimiento de diversas enfermedades del corazón, permitiendo detectar problemas antes de que sean visibles mediante otras técnicas.
Desde su papel crucial en la identificación temprana del infarto agudo de miocardio, hasta su utilidad en situaciones clínicas complejas, estas proteínas han revolucionado la medicina cardiovascular, puesto que, en muchos casos, una simple muestra de sangre puede ofrecer información valiosa para salvar vidas, iniciar tratamientos oportunos o evitar complicaciones graves.
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