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Las rimas, los cuentos, las canciones y las historias han formado parte del universo infantil desde que el mundo es mundo. Forman parte de nuestra tradición, de nuestra cultura y de nuestra forma de jugar con el entorno que nos rodea. Seguramente tú mismo recuerdes algunas canciones y poemas cortos con los que aprendiste a hablar.
En la etapa de preescolar, el lenguaje está en pleno proceso de adquisición y consolidación. Por eso es tan importante trabajar con ellos la exploración sonora, la estructuración del habla y la construcción de significados. Y con las rimas podemos ofrecer a los niños un entorno divertidísimo donde la palabra cobra cuerpo, ritmo y sentido.

Las rimas son pequeñas joyas pedagógicas que despiertan numerosas habilidades en los niños. Al repetir una rima, los pequeños están ejercitando más de lo que parece:
Desarrollo del lenguaje: al recitar una rima, el niño no solo escucha y repite, sino que pone en marcha mecanismos de memoria, reconocimiento de patrones y anticipación. El ritmo y la cadencia de las palabras le permiten identificar estructuras, delimitar frases y comprender cómo los sonidos se combinan para crear mensajes coherentes.
Desarrollo de la conciencia fonológica: al jugar con rimas, favorecemos la sensibilización hacia los distintos fonemas del idioma. La conciencia fonológica se gesta precisamente a través de este tipo de experiencias sonoras. Primero se perciben los sonidos, luego se distinguen y, finalmente, se reconocen como unidades diferenciadas que pueden combinarse de múltiples maneras.
Memoria y anticipación: incluso las rimas más sencillas contienen una lógica interna, una secuencia de ideas que el niño reconoce y retiene. Este contacto temprano con formas estructuradas del lenguaje ayuda a desarrollar la capacidad de ordenar acontecimientos, comprender relaciones causales y situarse en una temporalidad.
Coordinación y pronunciación: las rimas contribuyen a fortalecer la musculatura implicada en la articulación del habla. Los movimientos de boca y lengua que acompañan la repetición de versos breves generan un entrenamiento físico. Aunque pase desapercibido, repercute en la claridad de su pronunciación.
Sensibilidad musical: la música está presente de manera implícita en todas las rimas. A través del ritmo, los pequeños descubren nociones temporales y variaciones en el tono y la intensidad.
Los animales suelen ser protagonistas habituales en el mundo infantil. Aparecen continuamente en cuentos, canciones y juegos. Les resultan simpáticos, familiares y fáciles de imitar, así que son perfectos para captar su atención. ¿Quieres conocer algunas de nuestras rimas de animales preferidas?
El oso meloso
El oso meloso,
dice que se pongan al revés.
El oso meloso,
dice que se toquen… ¡La nariz!
Aquí, el lenguaje se apoya en el movimiento, en el gesto y en la participación. La rima deja de ser un texto para convertirse en una consigna corporal, una forma de habitar el cuerpo desde la palabra.
Caracol, col, col
Caracol, col, col,
saca tus cuernos al sol.
Saca uno, saca dos,
que ya pronto sale el sol.
Con el ritmo acompasado de esta rima, ayudamos al pequeño a anticipar estructuras sonoras y establecer relaciones temporales básicas.
La pata mete la pata
La pata desplumada, cua, cua, cua,
como es patosa, cua, cua, cua,
ha metido la pata, cua, cua, cua,
en una poza. – ¡Grua!, ¡grua!, ¡grua!
En la porza había un cerdito vivito y guarreando,
con el barro de la poza, el cerdito jugando.
El cerdito le dijo: – Saca la pata, pata hermosa.
Y la pata patera le dio una rosa.
Por la granja pasean comiendo higos.
¡El cerdito y la pata se han hecho amigos!
Quizás sea nuestra preferida. Esta rima es algo más larga y más compleja, pero incluye muchos elementos narrativos, además, la escribió nuestra querida Gloria Fuertes.
Otro eje temático habitual para el trabajo con rimas es el de los colores. No se trata simplemente de nombrarlos, sino de asociarlos con sensaciones, acciones y emociones. A través de las rimas, los colores dejan de ser conceptos abstractos para convertirse en parte de una experiencia sensible y expresiva. ¿Vemos algunos ejemplos?
Azul como el cielo
Azul es el mar,
azul es el sombrero,
azul es el pez
que nada ligero.
La rima utiliza el color como hilo conductor de imágenes concretas, lo que facilita su comprensión y memorización.
Blanco
Blanco como las nubes,
a las que nunca subes,
blanco como el ave
siempre se ve muy suave.
Con el color blanco se trabaja lo etéreo. Es ideal para trabajar sensaciones y lo inalcanzable de forma sencilla.
Negro
Negro es el gato
que pasa sin ruido.
Negro es el cielo
cuando está dormido.
Presenta el color negro desde una perspectiva tranquila, sin asociarlo al miedo o a lo negativo. Convierte el silencio, la noche y el misterio en imágenes que los niños pueden reconocer sin miedo.
En preescolar también se aprenden los números y, desde luego, a contar. Aunque en esta etapa aún no se abordan operaciones básicas, sí que se hace un primer acercamiento al razonamiento matemático con procedimientos simples. Veamos algunas rimas que pueden contribuir con esto.
Contamos del 1 al 10
Uno, el sol en el cielo azul,
dos los ojos del búho común,
tres los pasos que doy al andar,
cuatro estrellas me vienen a hablar.
Cinco dedos tengo en la mano,
seis juguetes guardo temprano,
siete notas suenan al viento,
ocho risas trae el momento.
Nueve sueños duermen contentos,
diez abrazos, ¡qué gran cuento!
En esta rima, los números se asocian con elementos de la cotidianidad, por lo que se refuera la vinculación entre los números y las cantidades que estos representan.
Aprendo a escribir los números del 0 al 9
El 0 es redondo y rueda sin fin,
el 1 es un palo que apunta al jardín.
El 2 es un cisne que flota y sonríe,
el 3 dos montañas que el lápiz describe.
El 4 una silla, el 5 una flor,
el 6 una oreja que escucha al tambor.
El 7 una espada que corta el papel,
el 8 dos ruedas girando en un tren.
El 9 una cola que gira en el cielo,
¡ya los conozco, los cuento y los celo!
El acercamiento a la escritura y lectura de los números también es importante. En este caso en particular, las romas refuerzan el aprendizaje de estas competencias.
Los números y los animales
Una vaca sola en el prado,
dos gatitos juegan al lado,
tres caballos corren sin fin,
cuatro patos cruzan el jardín.
Cinco peces bajo el mar nadando,
seis conejos pasto buscando,
siete ovejas sueñan con flores,
ocho arañas tejen colores.
Nueve abejas zumban contentas,
diez palomas vuelan atentas.
La formación en preescolar también incluye a los animales. Muchas de las actividades lúdicas incluyen sus nombres y sus onomatopeyas. Para aprovechar esto, se puede recurrir a las rimas de números y animales como en este ejemplo.
Las estaciones del año no pasan desapercibidas durante la primera formación: los/as docentes recurren a contenidos relacionados para dotar a los/as estudiantes de conocimientos sobre cada etapa del año, sus características y con qué se relacionan. Por ejemplo, la primavera es símbolo de crecimiento, luz y campos verdes. Al usar rimas de las estaciones, se contribuye a adquirir nuevo vocabulario y, desde luego, comprender metáforas.
Primavera
Flores despiertan bajo la aurora,
el campo canta, la abeja enamora,
brotan los sueños, danza el jardín,
vuelve la vida, comienza el festín.
Corre la brisa con voz ligera,
ríe la tierra, llega primavera.
Verano
Brilla el sol dorado en la arena,
juega la ola, canta la sirena.
Ríen los niños junto al mar,
el aire huele a sal y a hogar.
Sombras cortas, siesta en camino,
fruta fresca, dulce destino.
Otoño
Caen las hojas con paso lento,
vuelan doradas por el viento.
Cruje la rama, duerme el rumor,
el bosque guarda su nuevo color.
Nace el silencio, todo se posa,
el otoño llega, lluvia y rosa.
Invierno
Nieve que cubre la casa entera,
fuego que baila en la chimenea.
Bufandas largas, té de limón,
duermen los sueños bajo el colchón.
El aire canta, la luna es fría,
pero en el alma hay poesía.
Hemos visto cómo las rimas, más allá de su aparente sencillez, permiten trabajar dimensiones esenciales del desarrollo lingüístico y expresivo. Pero si hay algo que verdaderamente importa en todo este recorrido es despertar en los niños el gusto por el lenguaje: el placer de jugar con palabras, de inventar y de imaginar. Ese impulso es el que sostiene el deseo de leer, de crear mundos, de pensar de forma ágil y flexible.
Y, a veces, basta solo eso, una rima. En ese gesto mínimo, cotidiano, se aloja también el inicio de una sensibilidad que merece ser acompañada. Quienes estamos interesados en esa tarea seguimos encontrando recursos, compartiendo experiencias y probando caminos.
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