Índice
¿Qué sabes acerca de la carne que hay en tu plato? ¿De dónde procede? ¿Es realmente saludable? ¿En qué condiciones se ha criado el animal sacrificado? ¿Ha repercutido el proceso en el medio ambiente? Hasta hace poco, todas estas preguntas eran incógnitas sin resolver que, en realidad, ni se llegaban a plantear. Pero todo lo que ocurre en ellas y cómo funcionan, se ha ido desvelando gracias a la labor de diferentes organizaciones y medios de comunicación que velan por el bienestar animal, el medio ambiente y la salud pública.
Tanto si eres profesional de la Veterinaria, como si, simplemente, te interesa el tema de la alimentación sostenible, este post es para ti.
Con el éxodo de la población rural hacia las grandes ciudades, la ganadería y agricultura tradicional comenzaron a desparecer, pero la demanda de productos cárnicos no lo hizo. Esto, sumando al “boom” de la natalidad, hizo que la población creciera significativamente en poco tiempo y que se agrupara en las urbes. Este contexto sociológico fue el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de las macrogranjas.
Las macrogranjas aparecieron en los años sesenta para responder a la demanda de productos cárnicos y lácteos de toda la población. Se trata de un método de producción extremadamente intensivo, por lo que se aleja mucho de la ganadería tradicional, en la que se respetaban los tiempos de crecimiento de los animales y su desarrollo natural de procreación; por no hablar de las condiciones de vida y espacios.
Las macrogranjas, también conocidas como granjas industriales, son grandes instalaciones agrícolas que se dedican a la producción intensiva de animales, principalmente para la producción de carne y productos lácteos. Estas granjas tienen un gran número de animales, a menudo miles o incluso decenas de miles, que son criados en espacios reducidos y confinados, con el objetivo de maximizar la producción y minimizar los costos.
Las macrogranjas han surgido como una respuesta a la creciente demanda de carne y productos lácteos en todo el mundo, y han sido criticadas por diversos motivos que vamos a ver a continuación:
Gran impacto ambiental: las macrogranjas generan grandes cantidades de residuos, incluyendo estiércol y orina, que pueden contaminar los suelos, las aguas superficiales y subterráneas cercanas. Estos residuos pueden contener sustancias químicas, como antibióticos y hormonas, que pueden ser dañinas para la salud humana y el medio ambiente. Por otro lado, la gran cantidad de agua y energía que se necesita para mantener a estas instalaciones es exacerbada y los gases de efecto invernadero que despiden las vacas son nefastos para la atmósfera cuando se agrupan en tales cantidades.
Bienestar animal: el confinamiento de los animales en espacios reducidos y con poco movimiento puede causar problemas de salud y bienestar, como enfermedades, estrés y lesiones. Además, las prácticas de manejo y sacrificio en las macrogranjas pueden ser crueles e inhumanas.
Salud pública: la alta densidad de animales en las macrogranjas aumenta el riesgo de propagación de enfermedades zoonóticas, que pueden afectar a los animales y a los seres humanos. Además, el uso excesivo de antibióticos en la producción animal puede contribuir a la resistencia a los antibióticos y poner en peligro la salud humana.
Impacto en la economía local: a menudo, las macrogranjas son propiedad de grandes empresas y no benefician directamente a las localidades donde se sitúan. Además, la producción a gran escala puede reducir la demanda de empleo y afectar negativamente a los agricultores y ganaderos locales.
Ética y responsabilidad social: muchas personas argumentan que el uso de macrogranjas para la producción de alimentos es éticamente cuestionable debido a las preocupaciones por el bienestar animal, el impacto ambiental y la salud pública. Además, algunas personas creen que las grandes empresas deberían asumir una mayor responsabilidad social y ambiental.
Las leyes evolucionan conforme la sociedad manifiesta nuevas preocupaciones, necesidades, valores y pensamientos críticos hacia los temas que le atañen. Gracias a la visibilidad que diferentes organismos y medios le han dado a los problemas relacionados con la ganadería intensiva, se están replanteando los métodos en los procesos de producción de productos cárnicos y lácteos. Concretamente, hablamos de la nueva ley para las macrogranjas bovinas, la cual, presenta los siguientes puntos fundamentales.
Aunque, en una época pasada de crecimiento industrial y demográfico, las macrogranjas se hayan considerado como mejor opción para cubrir la demanda, en los últimos años, el grueso de la sociedad se ha replanteado lo que consume y las formas en las que se produce. Esto ha llevado a un incremento de la demanda de productos de origen animal criados de manera más ética y sostenible. Por ende, las macrogranjas se han puesto en el punto de mira, llegando a cancelar proyectos tan económicamente ambiciosos, como la macrogranja de Noviercas, en la que se pretendía hacinar a más de 23.000 vacas.
Todo esto, son indicios de que el futuro de la ganadería está en la agricultura regenerativa y la ganadería extensiva. Y que no nos queda más opción que apostar por los avances en bienestar animal, en bioseguridad y en calidad medioambiental.
¡Te esperamos en Euroinnova!
Nuestra Formación
Nuestro porfolio se compone de cursos online, cursos homologados, baremables en oposiciones y formación superior de posgrado y máster.
Ver oferta formativa¡Muchas gracias!
Hemos recibido correctamente tus datos. En breve nos pondremos en contacto contigo.