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Las prácticas formativas en ambiente de trabajo funcionan como un puente entre la teoría que se aprende en el aula y la realidad profesional. Así pues, estas permiten que el estudiante observe de primera mano cómo los conceptos académicos se convierten en proyectos tangibles con impacto económico y social.
En México, donde el mercado laboral valora cada vez más la experiencia previa, dedicar un semestre a un ambiente de trabajo bien estructurado puede marcar la diferencia entre quedarse solamente con un título y obtener la primera oferta laboral, incluso antes de graduarte.
Además de consolidar conocimientos técnicos, las prácticas formativas en ambientes de trabajo ayudan a los futuros egresados a decidir si la rama de especialidad que imaginan es realmente la que desean ejercer.
Según la Encuesta Nacional de Egresados 2024 del IMCO, 7 de cada 10 jóvenes que las completaron consiguieron empleo en menos de 6 meses.
Esta estadística confirma que la inversión de tiempo vale la pena, mientras que, contribuye a cerrar la brecha entre educación y empleo que persiste en diversas regiones del país.
Algunas de las razones de por qué son importantes las prácticas formativas en ambiente de trabajo son las siguientes:
No basta con aprobar exámenes, sino que, estas son buenas prácticas de trabajo, debido a que, hay que resolver problemas verdaderos, tales como, por ejemplo, optimizar una línea de producción o programar un módulo de software, de manera que, el alumno internaliza el conocimiento y detecta sus áreas de mejora.
El Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales subraya que la práctica supervisada acelera la curva de aprendizaje y aumenta la retención de competencias hasta un 30 %.
Las competencias como comunicación, trabajo en equipo y resolución de conflictos equivalen al 40 % del desempeño global del empleado.
Un proyecto de prácticas formativas en ambiente de trabajo expone al estudiante a reuniones, retroalimentación y manejo de plazos, todo bajo la presión real de entregar resultados medibles.
Desde la cultura organizacional hasta la jerarquía interna, las prácticas formativas en educación superior permiten convivir con profesionales de distintas áreas y aterrizar las expectativas que tienen estos estudiantes.
Un reporte de la Organización Internacional del Trabajo destaca que, quienes han pasado por programas de práctica bien estructurados, muestran 20 % menos rotación durante los primeros 2 años de contrato.
Contar con evidencia práctica, tal como reportes, certificados o proyectos alojados en GitHub, lo cual multiplica la visibilidad del candidato en portales como LinkedIn.
Asimismo, en el sector tecnológico mexicano, las vacantes de nivel inicial que exigen experiencia previa han crecido 15 % en los últimos 3 años.
La manera de cómo se realizan las prácticas formativas en ambiente de trabajo son las siguientes:
El estudiante tiene que empezar por definir el giro que le interesa. Portales oficiales como Empleo Joven SEP filtran plazas de práctica avaladas por universidades y entidades gubernamentales.
De igual modo, puede acercarse a incubadoras o cámaras empresariales del estado para encontrar opciones alineadas al campo de estudio.
La universidad suele proveer un formato estándar que detalla objetivos, horario y duración, que generalmente comprende de 240 a 480 horas, además del responsable interno.
Este documento protege a ambas partes. Al respecto, la Ley Federal del Trabajo mexicana exige un acuerdo escrito cuando la práctica rebasa un mes de permanencia.
Aquí comienza la inmersión real, de modo que, se asignarán tareas graduales, tales como: observación, luego ejecución supervisada y finalmente, participación autónoma con retroalimentación.
En este sentido, es fundamental llevar un diario de actividades y evidencias en bitácora, fotografías, commits, dado que, al final, respaldarán la evaluación y servirán como portafolio.
El tutor de empresa emite un informe sobre desempeño y cumplimiento. Paralelamente, se entrega un reporte a la universidad con conclusiones, logros y recomendaciones de mejora. Algunas facultades solicitan una presentación oral en la que se puede aprovechar para mostrar resultados cuantificados e impresionar al comité académico.
En lo que respecta a los derechos y responsabilidades del estudiante practicante en México, podemos mencionar las siguientes:
Aunque algunas compañías ofrecen apoyo económico o transporte, la finalidad principal es formativa.
Al respecto, el Servicio Nacional de Empleo recomienda aclarar este punto desde el inicio para evitar expectativas incorrectas.
El uso de uniforme, las políticas de confidencialidad y los protocolos de seguridad, aplican igual que para el personal de planta, de modo que, incumplirlos puede llevar a la terminación de la estancia y afectar la calificación final.
Aun cuando no haya nómina, el compromiso profesional se mide en puntualidad y calidad, de manera que, saltarse días sin justificación, afecta seriamente la evaluación y, con ello, la liberación del trámite escolar.
El estudiante debe contar con un mentor designado que supervise avances y resuelva dudas. Si esto no ocurre, se tiene que reportar al coordinador académico, mientras que, la Norma Mexicana NMX‑R‑085 especifica que la tutoría es obligatoria.
Algunos consejos prácticos para aprovechar al máximo las prácticas son los siguientes:
Llegar 5 minutos antes demuestra interés. Además, permite conocer procesos previos al inicio formal de la jornada y ganar la confianza del equipo.
Es preciso adoptar una mentalidad de mejora continua, de manera que, si se detecta un flujo que podría optimizarse, se deben proponer mejoras. La iniciativa puede convertirse en el primer logro documentado y diferenciar al estudiante de otros practicantes.
Es recomendable conectar en LinkedIn con el equipo y solicitar una carta de referencia. 3 líneas firmadas por el supervisor pesan más que cualquier promedio y abren puertas en futuras postulaciones.
Clasificar los aprendizajes técnicos y las anécdotas sobre habilidades blandas. Esa información será oro puro para entrevistas y el autoconocimiento propio; además, alimentará la marca personal en la web.
Las prácticas formativas en ambiente de trabajo ofrecen la oportunidad de aprender haciendo, siendo preciso medir las fortalezas y debilidades en tiempo real y construir un currículum que hable por uno, de forma que, hay que planificar la búsqueda, cumplir con los requisitos formales y abordar cada tarea con hambre de conocimiento.
Concluir unas prácticas formativas en ambiente de trabajo es mucho más que un requisito escolar, consiste en una prueba piloto de la carrera profesional, de manera que, si se aprovecha, podrá obtenerse experiencia, contactos y la seguridad de saber que se puede aportar valor desde el primer día como egresado.
Así pues, en un país en el que la competencia por los puestos de entrada es alta, quienes se adelantan con un periodo de aprendizaje estructurado demuestran madurez y compromiso, las cuales son cualidades que los reclutadores mexicanos y globales reconocen como estratégicas para los perfiles de entrada.
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