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El relieve es la forma que adopta la superficie terrestre por medio de montañas, llanuras, valles, costas y mesetas y, a pesar de que lo percibimos como estable, este cambia continuamente a distintas escalas de tiempo.
De tal forma, para entender esos cambios conviene distinguir los agentes que intervienen en la formación del relieve en 2 grupos que son internos (endógenos) y externos (exógenos). Los internos actúan desde el interior del planeta y generan energía y materia hacia la superficie, mientras que, los externos modifican y redistribuyen esa materia con ayuda del clima, el agua, el hielo, el viento y los seres vivos.
El relieve es el conjunto de formas de la corteza terrestre y su disposición relativa. Este se origina por la acción simultánea de fuerzas internas, que elevan, hunden o fracturan, así como las fuerzas externas, las cuales desgastan, transportan y depositan.
Esta doble acción produce una especie de equilibrio dinámico en el que, a largo plazo, unas zonas se construyen y otras se desmantelan.
En términos didácticos, la geomorfología es la disciplina que estudia las formas del terreno, sus procesos y su historia.
Asimismo, el relieve resulta de la interacción entre procesos endógenos y exógenos, con ritmos y escalas muy distintos que comprenden desde episodios súbitos, como un sismo, hasta cambios milenarios ligados al clima.
Con respecto a cuáles son los agentes que intervienen en la formación del relieve, los agentes internos (endógenos) son los procesos que operan por la energía interna de la Tierra, tal como calor residual, radiactividad y gravedad.
Dan lugar a la construcción de relieves mediante la deformación de rocas, la inyección de magma y la liberación súbita de esfuerzos acumulados.
Uno de los agentes que modifican la corteza terrestre es la litosfera, que está fragmentada en placas tectónicas que se desplazan, chocan, se separan o se deslizan lateralmente, siendo un movimiento que origina cordilleras (orogénesis), apertura de grietas y cuencas, al igual que, grandes deformaciones.
Así pues, pliegue es la ondulación de estratos por presión sin ruptura, mientras que, falla se trata de la fractura de las rocas con desplazamiento relativo. A lo largo de millones de años, la combinación de pliegues y fallas eleva sierras y rebaja depresiones.
El volcanismo es uno de los agentes que intervienen en la formación del relieve, tratándose de la salida de magma, gases y cenizas desde el interior hasta llegar a la superficie.
Este genera edificios volcánicos como conos, calderas y domos, así como extensos mantos de lava que construyen relieves nuevos o recubren los existentes. La fertilidad de muchos suelos y la presencia de recursos geotérmicos están ligados a este proceso.
Un sismo es uno de los agentes geológicos internos que intervienen en la formación del relieve, que consiste en la liberación brusca de energía acumulada en el subsuelo y su origen común es el deslizamiento en una falla.
Así pues, un sistema de fallas es un conjunto de fracturas con trayectorias y edades diversas donde se repiten rupturas.
Los terremotos pueden provocar elevaciones o subsidencias del terreno, deslizamientos de ladera y licuefacción de suelos, modificando el relieve local.
Los agentes externos (exógenos) transforman la superficie a partir de la energía del Sol y la gravedad. Estos incluyen meteorización, erosión, transporte y sedimentación.
En conjunto, son los agentes que intervienen en la formación del relieve que remodelan, suavizan o recortan las formas construidas por los procesos internos.
La erosión es uno de los agentes externos que modifican el relieve. Este es el desgaste y retirada de materiales de la superficie por acción del agua, el hielo, el viento o el oleaje.
De igual manera, la erosión fluvial excava valles en “V”, meandros y cañones; la glaciar talla circos y valles en “U”; la eólica esculpe yardangs y dunas; mientras que, la marina recorta acantilados y deja terrazas.
Ejemplos frecuentes son los cañones fluviales en sierras jóvenes, las artesas glaciares en cordilleras altas o los deltas donde los ríos depositan su carga al llegar al mar.
Entre los agentes que intervienen en la formación del relieve consiste en la meteorización, que se trata de la descomposición y desintegración de rocas in situ por procesos físicos, químicos y biológicos.
La meteorización física fragmenta por cambios de temperatura o cristalización de sales; la química altera minerales, tal como, por ejemplo, la disolución de calizas.
Asimismo, la biológica implica raíces y microorganismos, de forma que, en climas cálidos y húmedos, los procesos químicos favorecen relieves kársticos con dolinas y cuevas; en climas fríos o secos predominan roturas térmicas y gelifracción.
El transporte es el movimiento de sedimentos por ríos, glaciares, viento y mareas. Sedimentación es su depósito cuando disminuye la energía del agente.
De tal forma, el resultado son depósitos como terrazas fluviales, abanicos aluviales, llanuras de inundación, playas y deltas. Con el tiempo, la compactación y cementación de estos materiales forman rocas sedimentarias y paisajes de capas horizontales, que luego pueden elevarse y deformarse de nuevo por la tectónica.
México presenta una gran variedad de provincias fisiográficas, tales como la Sierra Madre Occidental, Sierra Madre Oriental, Altiplano Mexicano, Cordillera Neovolcánica (o Eje Neovolcánico Transversal), Sierra Madre del Sur, llanuras costeras y la planicie cárstica de la península de Yucatán, entre otras.
Esta división oficial se basa en análisis topográficos, geológicos, hidrológicos y de suelos.
A modo de ejemplos: el Eje Neovolcánico aloja numerosos conos y estratovolcanes, tales como Popocatépetl y Citlaltépetl/Pico de Orizaba; el Altiplano combina mesetas elevadas y sierras aisladas.
Por su parte, la península de Yucatán muestra un relieve kárstico de escasa pendiente, con cenotes y cavernas desarrolladas por disolución de calizas; y la Sierra Madre Occidental conserva extensos paisajes de rocas volcánicas que se disponen en mesetas y barrancas.
Estos casos ilustran diversos agentes modeladores del relieve internos y externos en este país, permitiendo comprender cómo los procesos endógenos construyen y, posteriormente, los exógenos modelan y redistribuyen materiales.
Comprender los procesos del relieve tiene implicaciones directas en la vida cotidiana y la gestión del territorio:
Identificar y explicar los agentes que intervienen en la formación del relieve permite anticipar riesgos, valorar recursos y cuidar mejor los paisajes que habitamos.
De esta forma, si quieres profundizar de forma práctica, desde procesos internos hasta erosión, transporte y sedimentación, te puede interesar el Curso de Geología de Euroinnova, que aborda la dinámica terrestre y los procesos geológicos con ejemplos aplicados.
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