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Conforme el sistema sanitario ha ido modernizándose y las necesidades en salud han ido evolucionando, la gestión sanitaria se ha visto influenciada por diversos factores que la han diversificado y especializado. Aunque la sanidad esté dividida en diferentes áreas, esto permite una mejor coordinadinación y distribución de los recursos para que, finalmente, se dé la homogeneidad en la calidad de la sanidad. Se podría decir que, el principal objetivo de las áreas de la gestión sanitaria es impulsar la cooperación entre las unidades asistenciales y los programas sanitarios, así como la mejora constante de la atención primaria.
Según el Ministerio de Sanidad, en la actualidad existen hasta 186 áreas de la gestión sanitaria, cada una de ellas liderada por una comisión consultiva, cuyas funciones, a grandes rasgos son las de:
Para garantizar la calidad de la asistencia de cada área sanitaria, se desarrolla una continuidad asistencial llevada a cabo en cada hospital por una comisión de continuidad asistencial, cuya labor se centra en: promover las prácticas clínicas centradas en las necesidades de los pacientes, favorecer la comunicación entre los profesionales de los distintos niveles, implementar mecanismos de coordinación, monitorizar los pacientes y el control de la atención primaria y coordinar a las demás comisiones mixtas.
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Las Áreas Gerenciales de Salud son arreglos territoriales que unen los recursos de un Área Hospitalaria y los Distritos de Atención Primaria adscritos a ella. En España, cada comunidad autónoma tiene la potestad para establecer las áreas que crea necesaria, pero siempre respetarán los dos tipos de aplicaciones principales: la vertical y la horizontal.
Gestión sanitaria vertical: el orden de los encargados de este tipo de gestión es jerárquico y el trabajo es dividido por departamentos.
Gestión sanitaria horizontal: la carga de trabajo se reparte equitativamente y la dinámica se basa en la colaboración con otras áreas de la gestión clínica.
Cada comunidad dispone de las áreas sanitarias que necesita y de una forma determinada de gestionarse según las necesidades y los recursos con los que cuenta. No obstante, la gestión sanitaria, persigue unos objetivos generales por los que trabajan los profesionales de la gestión sanitaria. Si ves tu futuro profesional trabajando como técnico en gestión sanitaria, mira cómo será tu día a día.
Asesorar sobre las formas más eficientes de gestión sanitaria realizando auditorías y detectando dónde están los puntos más débiles. Luego se diseñarán estrategias para hacer la gestión de cada institución más eficiente.
Evaluar el estado de los recursos, herramientas y la tecnología para hacer balance entre su eficacia y mantenimiento. En este punto también se deberá contemplar la posibilidad de desarrollar otros métodos para la mejora y ahorro de recursos de los servicios sanitarios.
Crear planes integrales para la calidad de la atención al paciente y para el bienestar de los profesionales en el lugar de trabajo. El profesional de la gestión sanitaria también creará protocolos concretos de dispensación de medicamentos y de medidas preventivas e informativas.
La gestión sanitaria se ha vuelto cada vez más compleja y divide sus estándares de calidad en seis parámetros para no dejar ningún aspecto de la asistencia sanitaria al descubierto.
Efectividad: pertenecen atributos de calidad como los conocimientos y la experiencia técnica de los profesionales que prestan servicios. También se refiere a su habilidad para informar y relacionarse con los pacientes o sus familiares. Otro aspecto importante es la adecuación tecnológica y los conocimientos científicos.
Oportunidad: se refiere a que el paciente reciba la atención óptima y garantizando su seguridad en todo tipo de intervenciones, que deberán ajustarse a los protocolos de prevención.
Eficiencia: este factor tiene mucho que ver con el anterior, pero, además, añade el valor de la inmediatez utilizando los recursos disponibles, sin malgastarlos, y distribuyendo el trabajo de los profesionales.
Equidad: razones como el sexo, la raza, creencias religiosas, la ideología política, la ubicación geográfica, el nivel socio económico o cualquier otro motivo no pueden, bajo ningún concepto, suponer algún tipo de desigualdad en la calidad del servicio o acceso al mismo.
Atención personalizada y centrada en el paciente: la atención debe adecuarse a las preferencias del paciente, dentro de lo razonable, y centrarse en su bienestar. El profesional deberá además brindar confianza, una comunicación fluida.
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