Maestría Internacional Psiquiatría y Atención a la Drogodependencia + Maestría Internacional en Emergencias (Especialista en Urgencias de Psiquiatría)
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La adicción es una lucha que va más allá de la simple necesidad física de consumir una sustancia; es una batalla emocional y psicológica. Las drogas, aunque inicialmente pueden parecer un escape o una forma de alivio, terminan convirtiéndose en una fuente de dolor y tormento.
A continuación, explicaremos las emociones que suelen experimentar las personas con adicciones y las señales que manifiestan. ¡Sigue leyendo!
A menudo, una persona con adicción tiende a aislarse de sus seres queridos, evitando eventos familiares o reuniones con amigos. Prefieren estar solos, o en ocasiones, pasar tiempo solo con aquellos que comparten sus hábitos de consumo.
Las personas con adicciones dejan de sentir placer o interés en hobbies o actividades que antes disfrutaban. Ya sea música, deportes o cualquier otra afición, todo queda en segundo plano ante la necesidad imperante de consumir.
Se vuelve común olvidar o ignorar responsabilidades, ya sean personales, familiares o laborales. La puntualidad se deteriora, las tareas quedan incompletas y los compromisos previamente establecidos se rompen sin remordimientos.
Más allá de los efectos directos que las drogas pueden tener en el cuerpo, el desinterés por la propia imagen es notable. Puede haber un descuido en la higiene personal, en la elección de la vestimenta o incluso en aspectos básicos como la alimentación.
El consumo de drogas puede alterar drásticamente los patrones de sueño, llevando a insomnios prolongados o, por el contrario, a episodios de sueño excesivo. Esta inestabilidad repercute en el estado anímico y en la energía diaria.
Ante cualquier intento de abordar el tema de su adicción, es común que la persona reaccione con negación o incluso con hostilidad. Sienten que están siendo atacados o juzgados, y su mecanismo de defensa es la evasión o el enfrentamiento.
La adicción no solo es una condición que afecta la mente; tiene una fuerte repercusión en el cuerpo y en el universo emocional del individuo. Comprender la profundidad y el alcance de este impacto es esencial para visualizar la magnitud del desafío que enfrentan estas personas.
La adicción, especialmente cuando se relaciona con drogas, suele ir acompañada de una serie de problemas de salud física. El sistema inmunológico se debilita, aumentando la susceptibilidad a enfermedades. Además, según la sustancia, pueden surgir problemas cardíacos, hepáticos, pulmonares, entre otros.
Para algunas drogas, el consumo regular puede dejar marcas visibles en el cuerpo. Moretones, cicatrices, pérdida de peso extrema o deterioro dental son solo algunos ejemplos que pueden manifestarse con el tiempo.
Emocionalmente, la montaña rusa de las drogas lleva a un desgaste. Las constantes subidas y bajadas en el estado de ánimo, junto con sentimientos de culpa, vergüenza y autodesprecio, crean una tormenta interna que se agrava con cada ciclo de consumo y abstinencia.
Es vital recordar que, aunque el camino pueda parecer oscuro, siempre hay esperanza. Existen numerosas organizaciones y grupos de apoyo dispuestos a ayudar.
Las emociones que experimenta una persona adicta a las drogas son variadas y complejas. Desde el vacío y la ansiedad hasta la negación y el alejamiento social, la adicción lleva a un tumultuoso viaje emocional. Sin embargo, con el apoyo adecuado y la intervención profesional, es posible recuperar el control y redescubrir una vida plena y significativa.
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