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Implementar prácticas que permitan la detección precoz del cáncer de mama es fundamental, de forma que, la salud mamaria no debería ser un tema que tan solo se atienda cuando aparece una molestia. De esta manera, el avance de la tecnología y la difusión de hábitos preventivos, permite que actualmente sea posible disponer de estrategias eficientes mediante las cuales descubrir lesiones, incluso antes de que sean palpables.
En efecto, el cáncer de seno se puede detectar en sus etapas iniciales, puesto que, la mayoría de los tumores se originan varios meses, o incluso, años antes de manifestar síntomas.
Durante esa ventana silenciosa, las células malignas se multiplican en un área muy localizada y no afectan ganglios ni tejidos distantes.
Los programas de tamizaje mamográfico aprovechan esa fase para encontrar microcalcificaciones o nódulos menores a un centímetro, cuando las tasas de curación superan el 90 %.
Además, los avances en resonancia magnética, ultrasonido de alta resolución y pruebas genéticas permiten afinar la vigilancia en grupos con riesgo elevado, como portadoras de mutaciones BRCA.
La clave para llevar a cabo una detección oportuna del cáncer de mama consiste en combinar pruebas objetivas con la observación consciente de cada persona: un ligero engrosamiento o una secreción espontánea pueden ser la primera pista de un cambio subyacente.
Entre las principales pruebas de detección del cáncer de mama, podemos resaltar las siguientes:
La mamografía es la herramienta de referencia en vista de que utiliza dosis bajas de rayos X para obtener imágenes en 2 proyecciones: craneocaudal y oblicua medio-lateral.
Asimismo, permite visualizar masas sólidas, distorsiones arquitectónicas y microcalcificaciones agrupadas que podrían indicar carcinoma in situ.
De tal manera, realizar la mamografía de forma periódica es una forma efectiva para la detección precoz del cáncer de mama, en vista de que, reduce la mortalidad entre 20 % y 40 %, en función del rango de edad.
La tecnología 3D, también llamada tomosíntesis digital, adquiere múltiples cortes milimétricos del tejido y reconstruye una imagen volumétrica.
Al minimizar la superposición de estructuras, disminuye los resultados falsos positivos y mejora la detección de lesiones ocultas en mamas densas.
Aunque la dosis de radiación es ligeramente mayor que la de la 2D convencional, sigue estando dentro de los límites seguros.
De este modo, la elección entre uno u otro método depende de la disponibilidad del equipo, nivel de densidad mamaria y los protocolos de cada centro.
En lugares donde la tomosíntesis aún no está extendida, la combinación de mamografía 2D con ultrasonido complementario es una alternativa validada.
El examen clínico, realizado por personal sanitario entrenado, consiste en inspección visual y palpación sistemática de mamas y axilas.
Así pues, este detecta tumores evidentes, secreción anómala, retracciones cutáneas o engrosamientos, mientras que, el autoexamen para la detección precoz del cáncer de mama fomenta la familiaridad con la apariencia y textura normales de los senos.
Aunque no sustituye la mamografía, es una práctica valiosa para notar cambios entre visitas médicas.
Lo recomendable es realizarlo una vez al mes, preferentemente pocos días después de la menstruación, cuando el tejido está menos congestionado, mientras que, quienes ya han pasado la menopausia, pueden escoger un día fijo cada mes.
Algunas de las principales recomendaciones para la detección precoz del cáncer de seno son las siguientes:
La mayoría de las sociedades médicas aconseja mamografías anuales o bienales para la detección precoz del cáncer de mama a partir de los 40 o 45 años, y antes, dadas las circunstancias de que existan factores de riesgo hereditarios.
Si bien un estudio de riesgo promedio suele bastar con un examen cada 2 años, lo cierto es que, quienes tienen mamas densas o mutaciones genéticas, deben considerar un esquema anual y añadir resonancia magnética para la detección precoz del cáncer de mama.
Mantener el tamizaje hasta los 74 años, siempre que la persona goce de buena salud, es recomendable para la detección temprana del cáncer de mama, mientras que, por encima de esa edad, la decisión debe individualizarse.
Un ultrasonido dirigido puede aclarar hallazgos dudosos; la resonancia magnética con contraste es recomendable en pacientes de alto riesgo y, ante hallazgos sospechosos, lo más conveniente es una biopsia guiada por imagen.
Es aconsejable controlar el peso, limitar el alcohol, realizar actividad física moderada y, para quienes decidan terapia hormonal sustitutiva, evaluar riesgos y beneficios con su especialista.
Algunos de los signos y síntomas de los cambios del seno son los siguientes:
Cualquiera de estos signos son cruciales para la detección del cáncer de mama, mereciendo una evaluación médica rápida, mientras que, en ocasiones, el cáncer de mama inflamatorio avanza en cuestión de semanas, de modo que, la prontitud en acudir marca la diferencia en el pronóstico.
Algunos de los principales recursos empleados para la evaluación del riesgo de cáncer de seno son los siguientes:
Herramientas como Gail, Tyrer-Cuzick o BRCAPRO incorporan datos de edad, antecedentes reproductivos y familiares para estimar la probabilidad a 5 años y de por vida.
Son pruebas que buscan mutaciones heredadas en BRCA1, BRCA2 y genes asociados (PALB2, CHEK2, ATM, entre otros). El resultado positivo no confirma que se desarrollará el cáncer, pero orienta a una vigilancia más estrecha y, en algunos casos, a medidas preventivas quirúrgicas o farmacológicas.
Valorada en la mamografía, la densidad elevada reduce la sensibilidad de la prueba y se asocia a mayor riesgo, de modo que, puede indicarse ultrasonido o tomosíntesis complementaria.
Haber padecido carcinoma ductal in situ, lesiones proliferativas con atipia o radioterapia torácica antes de los 30 años, aumenta la necesidad de controles específicos.
Algunas acciones que ofrecen la oportunidad de llevar a cabo una detección precoz del cáncer de mama, interviniendo a tiempo y mejorando de manera significativa los índices de supervivencia son la adopción de rutinas de observación, la participación en programas de imagen diagnóstica y el conocimiento de los factores que aumentan el riesgo personal,
De tal forma, los programas sistemáticos de imagen y la participación informada de cada persona disminuyen la mortalidad y la necesidad de tratamientos agresivos, siendo recomendable convertir la detección precoz del cáncer de mama en hábitos como recordatorios de mamografía en el calendario, asistir a consultas regulares y mantener un diálogo honesto sobre los cambios del propio cuerpo.
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