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La administración del activo circulante requiere una gestión precisa, oportuna y estratégica para garantizar la liquidez de la empresa. Esto es así, puesto que este tipo de activo permite las operaciones cotidianas en todos los niveles productivos y administrativos, lo que implica cumplir con obligaciones, sobre todo, financieras. Por lo tanto, se busca evitar la insolvencia mediante procedimientos de financiación y generación de recursos. En este texto, se aborda qué es un activo circulante de manera detallada.
El activo circulante o activo corriente alude al conjunto de recursos de una empresa que serán vendidos o consumidos a corto plazo con el fin de convertirlos en efectivo dentro del ejercicio económico. Dicho de otro modo, se trata de un “activo que está integrado en el proceso productivo de la empresa y se libera cada vez que termina el período de generación” (Diccionario panhispánico del español jurídico). Precisamente, este procedimiento permite “a las empresas el desarrollo de sus actividades cotidianas” (CNMV), ya que aporta liquidez para las operaciones. Siguiendo esto, a diferencia de los activos fijos, los activos circulantes son de naturaleza temporal.
El activo circulante tiene al menos tres usos que buscan generar efectivo para garantizar el funcionamiento operativo de las empresas, así como sus obligaciones financieras.
Se trata de los bienes que serán vendidos en el transcurso del año. Estos activos, como las existencias o inventarios, son particularmente importantes en sectores como el comercio o la producción, ámbitos en los que la rotación de productos es fundamental para generar ingresos. Un claro ejemplo de esto es la venta de artículos en tiendas.
El activo circulante también puede representar materias primas que se incorporan al proceso productivo, es decir, artículos destinados a la producción. En conjunto, son recursos que pueden convertirse en artículos destinados a la venta e, incluso, utilizados para generar otros productos finales. Cumple, por lo tanto, con generar ingresos para la empresa.
Otro uso del activo circulantes es la obtención de dinero a corto plazo. Como se mencionó, este tipo de activo busca generar liquidez para cubrir gastos operativos inmediatos, como el pago de deudas o garantizar la continuidad del negocio. Se incluyen las inversiones y deudas a corto plazo.
Estos son los elementos del activo circulante:
La tesorería o caja cuenta con el dinero de la empresa para los pagos que esta debe hacer. Puede ser dinero en efectivo, los fondos, los depósitos o cuentas, ya sean corrientes, de ahorros, entre otros. Estos recursos, por sus características, constituyen un activo líquido, por lo que están disponibles de manera inmediata.
Las existencias son bienes que están pendientes de ser vendidos o transformados en productos finales. Este stock o inventario forma parte de los activos circulantes de empresas principalmente manufactureras y comerciales, ya que son incluidos en el proceso producto o comercializados en el mercado.
Las materias primas, como se ha indicado, también se encuentran dentro de la categoría de activos circulantes. Se incorporan en el proceso productivo y, junto con las existencias, son transformados para luego introducirlos en el mercado para adquirir liquidez. Una adecuada gestión de estos recursos permite que la cadena de producción sea eficiente.
La empresa mantiene créditos con terceros que son conocidos como deudores. Frente a estos, que pueden ser comerciales o no, la empresa sostiene pagos pendientes que dichos clientes deben abonar en el corto plazo. De ahí que se les incluya en los activos circulantes, ya que aportan dinero por ventas, servicios u otras transacciones realizadas a crédito.
Las inversiones financieras, como las acciones y los fondos, así como aquellos productos que ofrecen intereses y dividendos, se consideran parte del activo circulante. Se trata de activos que pueden ser fácilmente liquidados –incluso vendidos con mayor facilidad que las existencias– para obtener efectivo en caso de necesidad. En cualquier caso, el vencimiento de las inversiones debe ser a corto plazo, es decir, igual o inferior a un año.
Estos valores son instrumentos financieros que pueden convertirse en efectivo rápidamente debido a su condición de transferibilidad en los mercados. Se incluyen las acciones y las obligaciones, que son activos que se pueden comprar y vender con relativa facilidad en la bolsa de valores.
Para que el valor del activo circulante sea ideal, las empresas deben garantizar que este sea en todos los casos mayor que su pasivo corriente (obligaciones y deudas a corto plazo). Esta proporción busca asegurar que la empresa pueda enfrentar sin dificultades la necesidad de liquidez, sobre todo, en obligaciones financieras en periodos menores a un año. Si no pudiera garantizar esto, la empresa recaería en insolvencia, lo que afectaría gravemente la salud y estabilidad del negocio. Siguiendo esto, la empresa debe mantener su capacidad de pago para no descuidar sus obligaciones financieras.
El activo circulante se financia mediante el pasivo no corriente, es decir las deudas y obligaciones que mantiene una empresa en periodos a largo plazo o mayores a un año (por ejemplo, hipotecas y bonos emitidos). En este sentido, la empresa debe estar en la capacidad de afrontar cualquier deuda sin verse rebasada por estas. En ojos de los inversores, un adecuado manejo del financiamiento del activo circulante es un indicador de confianza, ya que se disminuyen los riesgos de impago.
Quizás te interese leer más sobre:
Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Glosario Financiero. https://www.cnmv.es/Portal/inversor/Glosario.aspx
Real Academia Española. Diccionario panhispánico del español jurídico (DPEJ). https://dpej.rae.es/.
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