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El Día Internacional del Niño, conocido oficialmente en la ONU como World Children’s Day, consiste en una jornada que recuerda a la humanidad su deber de proteger la inocencia, garantizar los derechos y nutrir el desarrollo de la niñez. Así pues, cada 20 de noviembre, organizaciones, gobiernos y familias dan un alto en el camino para preguntarse si los niños están creciendo en entornos seguros, inclusivos y estimulantes, siendo una fecha que coincide con hitos decisivos, tales como la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño (1959) y la firma de la Convención sobre los Derechos del Niño (1989).
No existe un calendario único para celebrar el Día del Niño, sino que cada nación escogió la fecha que mejor dialoga con su historia.
En este sentido, México lo festeja el 30 de abril; Brasil el 12 de octubre; Japón y Corea del Sur el 5 de mayo; Turquía el 23 de abril y gran parte de Europa del Este el 1.º de junio.
Por su parte, los Países de la Comunidad de Estados Independientes, así como Vietnam y Mongolia, mantienen la conmemoración en esa jornada de comienzos de verano boreal que simboliza nuevos brotes y esperanza.
En cuanto a Argentina, optó por el tercer domingo de agosto, mientras que, Estados Unidos formalizó el 12 de junio como National Children’s Day.
Sin embargo, dentro de una misma nación puede haber fechas paralelas, tal como ocurre en algunos municipios de Perú, que siguen una tradición previa y organizan actividades el tercer domingo de agosto, enfatizando la fraternidad escolar al cierre del segundo trimestre.
En este sentido, la diversidad demuestra que la infancia merece visibilidad constante y no depende de un día exacto para ser celebrada.
La efeméride del Día Internacional del Niño surge de la convicción de que la niñez es la etapa más vulnerable y, a la vez, más determinante del ciclo vital.
Según UNICEF, 1 de cada 6 niños vive en zonas de conflicto y 1 de cada 3 sufre carencias de nutrición básica.
Al respecto, la jornada permite señalar desigualdades, exigir políticas públicas y reconocer avances: desde el descenso global de la mortalidad infantil hasta la cobertura casi universal de la educación primaria.
Celebrar el Día Internacional del Niño también fomenta la participación infantil; al darles voz en foros vecinales o asambleas escolares, se fortalece su autoestima y se siembra una ciudadanía responsable.
Además, las experiencias festivas compartidas con cuidadores refuerzan la resiliencia, poniendo en evidencia la capacidad de superar adversidades, así como de consolidar vínculos afectivos que se proyectan en la salud mental adulta.
La historia institucional se remonta al 14 de diciembre de 1954, cuando la Asamblea General aprobó la resolución 836(IX) e invitó a los Estados a instaurar un “Día Universal del Niño” dedicado a la fraternidad infantil y la promoción del bienestar.
La ONU recomendó actividades acordes con su Carta y pidió a los gobiernos elegir la fecha que mejor se adaptara a su contexto.
Así pues, el 20 de noviembre ganó fuerza porque ese día, en 1959, se adoptó la Declaración de los Derechos del Niño, y 3 décadas más tarde se firmó la Convención, el tratado de derechos humanos más ratificado de la historia.
El organismo exhortó a dedicar la jornada a la difusión de los derechos, diseño de políticas basadas en evidencia y contar con la participación de los menores en su propia agenda.
Cada año, el tema oficial orienta eventos y campañas digitales, alineando la celebración con la Agenda 2030.
La creatividad es el límite, de forma que, lo esencial es que la experiencia sea significativa, inclusiva y segura.
A continuación, mostraremos 10 ideas prácticas de cómo celebrar el Día del Niño para distintos contextos:
Una de las actividades infantiles para el Día Internacional del Niño se trata de organizar una “búsqueda del tesoro” en un parque, con pistas que promuevan hábitos ecológicos, tales como recoger una hoja y descubrir el nombre del árbol, estimulando de esa manera la curiosidad científica y el ejercicio físico.
Sustituir juguetes costosos por kits de experimentos, libros personalizados o suscripciones a plataformas de aprendizaje arroja un mensaje claro, que el conocimiento es el regalo más valioso.
Un maratón de cuentos es una de las actividades para trabajar el Día Internacional del Niño que mejora la alfabetización temprana, así como fortalece la imaginación y la empatía, en vista de que, permite que los niños elijan la historia, fomentando la autonomía y el sentido crítico.
Incorporar una “caja de gratitud” en la que cada familiar escriba por qué aprecia al niño, crea recuerdos tangibles de amor y refuerza la autoestima.
Cocinar juntos galletas con forma de personajes o frutas bañadas en chocolate, es una de las actividades para el Día Internacional del Niño que, a su vez, integra matemáticas (medidas) y habilidades motrices. Además, abre la conversación sobre alimentación equilibrada.
Decorar el hogar como un planeta imaginario, un bosque encantado o un océano de colores, invita a la expresión artística, de forma que, se pueden asignar roles como científico, guardabosques, pirata, entre otros, para dramatizar historias cooperativas.
Montar una obra corta escrita por los propios niños les da protagonismo y, a su vez, les enseña a trabajar en equipo. Si el presupuesto lo permite, asistir a un teatro local apoya la cultura comunitaria.
Visitar un centro de ciencias interactivo o un zoológico con programas de conservación, transforma la diversión en aprendizaje tangible sobre biodiversidad y responsabilidad ambiental.
Preparar un “cine en casa” con títulos que celebren la amistad y la diversidad, tales como, por ejemplo, Coco o Moana, y cerrar con un foro de preguntas desarrolla el pensamiento reflexivo.
Crear murales en cartulina sobre mi derecho favorito, es una manera de mostrar la esencia de lo que significa el Día del Niño, animando a estos pequeños a explorar la Convención de los Derechos del Niño y expresar su visión del mundo. Exhibir las obras en la biblioteca escolar amplifica su voz.
Conmemorar el Día Internacional del Niño va más allá de globos y pasteles, se trata de recordar que en cada uno de estos pequeños late el futuro de nuestras sociedades.
Así pues, al dedicar tiempo, recursos y espacio a la infancia, es posible enviar un mensaje inequívoco por medio del que se recalque que sus sueños importan y sus derechos son irrenunciables, de forma que es preciso escuchar, proteger y empoderar a quienes apenas comienzan a escribir la historia.
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