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Esta infografía de los ecosistemas permitirá comprender que la biodiversidad no es un lujo estético, sino la base de nuestra propia supervivencia, puesto que, existe una interdependencia entre bosques, ríos, océanos y ciudades. De esta forma, a continuación, explicaremos qué son los ecosistemas, cómo funcionan, qué tipos existen, así como por qué muchos están amenazados y, en particular, cómo podemos ayudar a conservarlos.
El ecólogo británico Arthur Tansley, definió en 1935 un ecosistema como la unidad formada por una comunidad de organismos vivos y el medio físico con el que interactúa.
En la práctica, un ecosistema funciona como una central energética natural, de forma que, las plantas captan la luz solar y la transfieren a herbívoros, las cuales, a su vez, alimentan a carnívoros y carroñeros, mientras bacterias y hongos descomponedores liberan los nutrientes necesarios para reiniciar el ciclo.
Así pues, de este mecanismo depende nuestra comida, el agua potable, la regulación del clima y hasta la estabilidad cultural de millones de comunidades.
En esta infografía de los ecosistemas y sus características, hay que resaltar las siguientes particularidades que tienen:
La energía entra casi siempre por la fotosíntesis, pasa de un nivel trófico a otro y se disipa en forma de calor.
Solamente, esta se transfiere entre niveles, razón por la que los grandes depredadores son escasos.
Elementos como carbono, nitrógeno y fósforo circulan entre suelo, agua, aire y organismos.
Asimismo, es posible advertir que la alteración de estos ciclos ha llevado el CO₂ atmosférico hasta 420 ppm, valor nunca registrado en los últimos 3 millones de años.
Cuantas más especies y genes existen, mayor es la resiliencia del sistema ante incendios, plagas o sequías.
Los ecosistemas con alta diversidad tardan menos de la mitad en recuperarse de perturbaciones que los ecosistemas empobrecidos.
Mediante retroalimentaciones negativas, un ecosistema tiende a volver al equilibrio tras un disturbio; por ejemplo, después de un incendio forestal, los nutrientes liberados aceleran el rebrote de hierbas y arbustos.
Las migraciones de aves, la polinización de insectos o los ríos que llevan nutrientes desde las montañas hasta los estuarios demuestran que ningún ecosistema es una isla: el estado de uno influye en el de otros a cientos o miles de kilómetros.
En esta infografía de los ecosistemas, hay que mencionar que se encuentran compuestos de la siguiente manera:
Productores (plantas, algas), consumidores primarios (herbívoros, zooplancton), consumidores secundarios y terciarios (depredadores), descomponedores (hongos, bacterias) y detritívoros (lombrices, crustáceos).
Luz solar, temperatura, precipitación, humedad, tipo de suelo o sustrato, pH, salinidad, relieve y régimen de perturbaciones como vientos, incendios, pulsos de inundación, entre otras.
Cada nivel ocupa un escalón en la pirámide de energía. Un manglar tiene enorme producción primaria pese a su fango oscuro. Esa energía alimenta peces juveniles que luego sostienen pesquerías costeras.
Mutualismos como abejas–flores; depredaciones como lobo–ciervo; competencias por espacio o luz y facilitaciones en las que una especie, tal como, por ejemplo, un cactus, protege a plántulas jóvenes del calor extremo. Estas relaciones son la “arquitectura invisible” que mantiene la estabilidad del conjunto.
Los tipos de ecosistemas son los siguientes:
En la infografía de los ecosistemas terrestres, tenemos que mencionar los siguientes tipos:
Con más de 2.000 mm de lluvia anual, alojan la mitad de las especies terrestres y regulan las lluvias continentales: el Amazonas impulsa los llamados “ríos voladores” que riegan el Cono Sur.
Compuestos de coníferas o caducifolios, fijan grandes cantidades de carbono y sostienen industrias madereras certificadas; su color otoñal atrae millones de visitantes en Norteamérica y Europa.
Áreas de herbáceas adaptadas a incendios naturales, de modo que, los suelos profundos almacenan tanto carbono como los bosques.
Menos de 250 mm de lluvia; organismos especializados como cactus columnares, zorro del desierto o plantas de rezago. El polvo sahariano aporta fósforo que fertiliza la selva amazónica, demostrando la interconexión global.
Regiones frías con permafrost que almacena enormes reservas de carbono. El deshielo liberaría metano, un gas 25 veces más potente que el CO₂, agravando el calentamiento global.
En esta infografía de los tipos de ecosistemas, hay que resaltar que los de agua dulce y marinos son los siguientes:
Ocupan menos del 0,1 % del océano y dan refugio al 25 % de la vida marina. 3 de cada 10 personas dependen directa o indirectamente de la pesca coralina.
Bosques salinos que amortiguan marejadas y secuestran carbono a un ritmo 4 veces mayor que los bosques tropicales.
Estos filtran agua, almacenan carbono y mitigan inundaciones.
Transportan nutrientes, generan electricidad y abastecen miles de ciudades. Se calcula que, en promedio, cada habitante del planeta consume cerca de 1 385 m³ de agua al año, directa o indirectamente.
Zonas pelágicas en las que el fitoplancton produce la mitad del oxígeno global; también absorben un tercio del CO₂ emitido por la actividad humana.
En la infografía sobre la importancia de los ecosistemas, hay que mencionar a los mixtos y humanizados:
Policultivos, setos y corredores biológicos reducen la necesidad de plaguicidas, aumentan la polinización y mejoran la infiltración de agua. Estas prácticas son clave para la agricultura sostenible.
Árboles urbanos, techos ajardinados y corredores peatonales reducen las islas de calor hasta 5 °C, mejoran la salud mental y capturan material particulado, siendo recomendable al menos unos 9 m² de área verde por habitante.
El informe Global Biodiversity Outlook 5 revela que la degradación avanza un 0,7 % anual en promedio.
Las 5 presiones más graves son:
Cada año se pierden millones de hectáreas de bosque, sobre todo en la Amazonía y el sudeste asiático.
Aumenta la temperatura y acidifica los océanos, provocando blanqueos masivos de coral.
Cada año llegan millones de toneladas de plástico al mar, de forma que, los microplásticos se han detectado en la placenta humana.
Son pocas las pesquerías mundiales que están por encima de límites biológicos seguros.
Ratas, gatos asilvestrados, mejillón cebra o jacinto de agua, cuestan al mundo millones USD al año en daños y control.
En esta infografía sobre la conservación de los ecosistemas, hay que mencionar los siguientes consejos para cuidarlos:
Reducir la huella de carbono: movilidad eléctrica, dietas con menos carne y eficiencia energética desaceleran el cambio climático.
Consumir productos certificados: madera FSC, café Rainforest Alliance y pescado con sello MSC garantizan prácticas sostenibles.
Economía circular: reparar, reutilizar y reciclar minimiza la extracción de recursos, al igual que, la generación de residuos.
Restauración y rewilding: plantar especies nativas, reconectar riberas y demoler represas obsoletas, ayuda a recuperar funciones ecológicas.
Educación ambiental: huertos escolares, ciencia ciudadana y tours interpretativos fomentan la empatía por la naturaleza.
Finanzas verdes: elegir bancos y fondos que desinvierten en combustibles fósiles, impulsa la transición energética.
Participación política: apoyar leyes de protección, como la Directiva de Hábitats de la UE o la Ley de Restauración de EE. UU., crea marcos obligatorios para la conservación.
Cuidar un manglar, apoyar mercados locales sostenibles o exigir legislaciones robustas no son esfuerzos aislados, sino que, forman parte de una estrategia global para garantizar que cada ecosistema siga prestando los servicios que hacen habitable el planeta para todas las especies, incluida la nuestra.
En este sentido, a través de la infografía de los ecosistemas, es posible evidenciar que, son diversos los beneficios, tales como alimentos, agua, aire limpio y regulación climática, lo cual facilita que los estudiantes, empresarios y gobernantes adopten medidas concretas.
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