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La curiosidad es algo que nos define como especie, naturalmente sentimos la necesidad de aprender continuamente y esto ha permitido a los diferentes campos de estudios crecer y desarrollarse. El investigador es el profesional encargado de que este avance no se detenga y hoy te explicamos qué es un investigador y sus características.
¿Te gustaría dedicar tu carrera a la investigación? Entonces llegaste al lugar perfecto, sigue leyendo y descubre cuál es el perfil que debe tener un investigador. ¡Empecemos desde el principio!
En términos simples, un investigador es la persona que planifica y desarrolla investigaciones, basadas en el método científico y cuyo principal objetivo es producir nuevos conocimientos científicos o mejorar los existentes.
En un sentido amplio, este se trata de un experto en la recopilación y el análisis de datos, por lo cual es un rol que aprovechan diferentes disciplinas. Algunas de las responsabilidades cotidianas de estos profesionales son:
La investigación no es una carrera sencilla, requiere invertir una gran cantidad de tiempo y mucha disciplina para obtener resultados.
Así mismo, la ética profesional es clave en este campo, pues además de ser ilegal el hecho de falsificar resultados, no tiene beneficio real para la sociedad. Esto solo significaría perder tiempo y recursos que no son nada sencillos de conseguir, sobre todo para la investigación científica.
En este orden de ideas, algunas características de un buen investigador son:
Sin importar a la rama de la investigación a la que te dediques, si cumples con estas 8 características, estarás a un paso más cerca del éxito profesional. Ahora, es importante destacar que las funciones de un investigador pueden cambiar dependiendo de la especialidad a la que estén dedicados.
Aunque la actitud de querer saber más y comprender los fenómenos que ofrece la realidad es una cualidad innata del ser humano, la investigación como tal no se sistematizó, en cuanto método, hasta el siglo XVII, cuando surgió lo que hoy denominamos Revolución científica. Tras el Renacimiento, con los antecedentes del pensamiento aristotélico y los paradigmas de la escolástica, diversas personalidades sentaron las bases del método científico. Entre ellas se encuentran Copérnico (véase el modelo heliocéntrico), Galileo Galilei (observaciones telescópicas), Johannes Kepler (movimiento planetario), Francis Bacon (promotor del método científico), Isaac Newton (autor de Principia, de 1687), entre otros.
Estos avances, que en materia de conocimientos y métodos fueron imprescindibles para marcar una época de cambios, alcanzaron aún mayores posibilidades durante los siglos siguientes, sobre todo entre el XIX y el XX. El desarrollo de nuevas tecnologías permitió explorar con mayor rigor todas las áreas que componen las ciencias. Así, en las universidades se estableció el requisito de doctorarse para completar el perfil académico, es decir, alcanzar el grado más alto de especialización en un campo determinado del conocimiento. Con la profesionalización del investigador, el siglo XX significó la consolidación de las carreras científicas, lo que derivó, asimismo, en la asignación de fondos, tanto estatales como privados, para iniciativas de I+D. Ser investigador a tiempo completo se convirtió, junto con la docencia universitaria, en una opción profesional de prestigio guiada por la carrera académica.
En el siglo XXI, el panorama es aún más prometedor para los investigadores: las herramientas digitales y la paulatina inserción de la inteligencia artificial plantean no solo retos de productividad, sino también mayores alcances y precisión en los resultados de sus trabajos académicos. Esto se extiende no solo a las ciencias naturales, sino también a las ciencias humanas y sociales, cuyo valor es hoy más visible debido a su comprensión profunda de la relación entre las personas, su contexto y los productos culturales en la era de la digitalización.
Considerando que todos los campos admiten procesos de investigación, existen investigadores de diversa índole. Algunos ejemplos son:
Investigación tecnológica. El investigador tecnológico trabaja en mejorar tanto la tecnología existente como los procesos técnicos mediante la investigación científica.
Investigación administrativa. Este investigador se centra en identificar incongruencias en las operaciones empresariales.
Investigación cualitativa. El investigador cualitativo estudia los fenómenos sociales y el comportamiento humano.
Investigación de mercado. Este tipo de investigador desarrolla, analiza e interpreta estudios de mercado para resolver problemas, predecir tendencias y detectar oportunidades de negocio.
Investigador en ciencias sociales. Estos investigadores aplican metodologías específicas para abordar problemáticas económicas, sociológicas, políticas y antropológicas, entre otras. Su trabajo resulta esencial en la elaboración de políticas públicas y otras iniciativas para el bienestar general de la población.
Investigador en ciencias humanas. Este campo incluye la lingüística, la historia, la literatura y la geografía. Los investigadores en ciencias humanas se aproximan críticamente a los productos culturales, los sistemas de pensamiento y la comprensión del pasado, entre otros.
Como se habrá notado, la carrera de investigación ofrece un amplio campo laboral, aunque no es una opción profesional para cualquiera.
La investigación científica, a pesar de su prestigio y relevancia social, enfrenta diversos retos. ¿Qué experimentan, entonces, los investigadores durante y después de su formación? Veamos:
Financiación. La formación predoctoral, la cobertura de estancias de investigación, la participación en congresos internacionales y la realización de posdoctorados dependen, en gran medida, de becas estatales y privadas.
Contratación. El acceso a plazas en universidades o centros especializados de investigación (ya sea como investigador principal o adjunto) es limitado.
Falta de tiempo. Casi como norma general, las tareas de investigación se combinan con otras actividades que dificultan la dedicación a tiempo completo.
Acceso restringido a datos y recursos. Aunque los investigadores cuenten con afiliación institucional, con frecuencia no pueden acceder a ciertos materiales, ya sea porque son privados, de pago o confidenciales.
Dificultades metodológicas. La complejidad del tema, el etnocentrismo o el sesgo pueden limitar la perspectiva desde la que se aborda el objeto de estudio, a pesar de que cada campo cuente con un método propio que guíe la investigación.
Este es el perfil de un investigador:
Formación académica. Cuenta con formación universitaria de grado y posgrado, con el doctorado como requisito. Los posdoctorados se plantean como acciones complementarias con el objetivo de profundizar aún más en el área de especialización.
Acreditaciones como investigador. Según el país y el centro de investigación, se exigen acreditaciones que demuestren periodos de investigación que habilitan para encabezar proyectos o continuar como parte de uno. Esto se extiende a la docencia universitaria y la obtención de plazas de titularidad o de catedrático.
Competencias de investigación. Junto con la creatividad, los investigadores deben contar con habilidades de investigación avanzadas, así como cualidades de comunicación, oral y escrita, para la presentación de sus resutlados en publicaciones especializadas y congresos.
Colaboración en comités científicos. Los investigadores participan en comités de organización de eventos académicos, publicaciones, proyectos internacionales, entre otros.
Presencia en bases de datos. Las bases de datos y buscadores académicos ofrecen métricas sobre citaciones, lo que refleja el impacto de una investigación en su campo. De ahí la importancia de publicar en medios contrastados, sobre todo, de tipo Q1.
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