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Los tipos de arcos en arquitectura han posibilitado la configuración de espacios de alto valor simbólico y ornamental a lo largo de los siglos, por lo que, su reconocimiento y estudio de variantes resulta fundamental. El presente artículo ofrece un recorrido sobre los tipos de arcos en la historia del arte, su clasificación formal y cronológica, así como su relevancia en distintos contextos históricos y estilísticos.
Los arcos se definen como elementos constructivos curvos que salvan un espacio entre dos apoyos y distribuyen el peso hacia los extremos. Su utilidad reside en permitir la apertura de grandes vanos sin comprometer la estabilidad estructural y en ofrecer soluciones arquitectónicas versátiles tanto en lo técnico como en lo ornamental.
La variedad de tipos de arcos en arquitectura es amplia, y su clasificación puede responder a su forma geométrica, función, técnica constructiva o contexto histórico. Entre los más comunes encontramos:
Arcos simples: como el arco de medio punto, el apuntado o el rebajado.
Arcos compuestos o decorativos: como el lobulado, el trilobulado o el mixtilíneo.
Aunque no hay un número cerrado, se estima que existen más de una veintena de tipos de arcos si se consideran todas sus variantes históricas, técnicas y regionales. Sin embargo, pueden agruparse en grandes categorías según criterios morfológicos y funcionales. Por ejemplo:
De medio punto: de trazado semicircular y simétrico, constituye una de las formas más estables desde el punto de vista estructural.
Apuntado: formado por dos segmentos de arco que se cruzan en un vértice agudo, permite una mayor elevación y distribución de cargas verticales.
Peraltado: similar al de medio punto, pero con mayor altura en relación con su luz, se obtiene mediante el añadido de un segmento recto o curva prolongada, lo que favorece su uso en estructuras monumentales.
Rebajado: presenta una curvatura más baja y tendida que el semicircular, lo que permite una menor elevación del conjunto.
Escarzano: de trazado ligeramente curvo y altura reducida, se utiliza preferentemente en vanos horizontales como puertas o ventanas, donde se requiere un perfil bajo sin renunciar a la forma arqueada.
Lobulado: compuesto por varios lóbulos en su intradós, responde a un uso ornamental de fuerte carga simbólica y religiosa.
Trilobulado: variante del lobulado con tres lóbulos simétricos, utilizado como motivo decorativo en portadas, ventanas o arquerías, especialmente en contextos islámicos y góticos.
Conopial: de contorno curvo en doble sentido, similar a una “S”, combina concavidad y convexidad generando un perfil dinámico y sofisticado, frecuente en el gótico tardío o flamígero.
Mixtilíneo: de composición compleja, alterna tramos curvos y rectos, lo que otorga gran riqueza visual; propio del lenguaje decorativo del Barroco y Rococó.
A estos se añaden los tipos de arcos en historia del arte que surgen como variantes regionales o estilísticas, tales como los arcos polilobulados del arte andalusí, los arcos ciegos del románico o los arcos rampantes del gótico. En muchos casos, su clasificación depende del número de centros geométricos que los componen, su nivel de elevación, o incluso su contexto litúrgico o funcional, tal y como veremos a continuación.
Los arcos en la arquitectura han ido evolucionando de forma paralela a las civilizaciones. Su forma y función se adaptaron a los estilos imperantes de cada período, dejando un legado en las construcciones de todo el mundo. A continuación, un breve recorrido cronológico por los distintos tipos de arcos:
El arco de medio punto fue desarrollado por los romanos (Románico occidental) y permitió grandes avances en ingeniería, siendo relevante en acueductos, teatros y termas. Este tipo de arco es funcional, estable y simétrico.
El arco apuntado del gótico supuso una revolución técnica al permitir construcciones más altas y ligeras. La arquitectura islámica y mudéjar, paralelamente, introdujo tipos de arcos lobulados, mixtilíneos y polilobulados, con un alto componente decorativo.
En el Renacimiento y el Barroco, se retomaron formas clásicas como el arco de medio punto, pero también se desarrollaron variantes como el arco carpanel, el rebajado y el mixtilíneo, respondiendo al gusto por la proporción y la teatralidad.
Se buscaron formas más sobrias y estructurales, aunque el uso del arco disminuyó en favor del dintel recto. Sin embargo, aún se utilizaron en entradas monumentales o pasajes cubiertos.
Con el desarrollo de nuevos materiales como el acero y el hormigón armado, los arcos han adquirido formas más libres y experimentales. Aunque se mantienen los tipos de arcos tradicionales en edificios institucionales o restauraciones, los diseños actuales apuestan por reinterpretaciones plásticas y estructurales de innovación.
Los tipos de arcos en arquitectura son una muestra de cómo la técnica, la estética y la cultura se entrelazan en la historia del arte. Entender los tipos de arcos nos ayuda a identificar estilos o épocas y también nos enseña cómo el ser humano ha resuelto, a lo largo del tiempo, el eterno reto de construir en altura, con belleza y estabilidad. Al explorarlos descubrimos un legado vivo que sigue inspirando a arquitectos y diseñadores actualmente.
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