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Que la agricultura moderna esté consiguiendo grandes retos de producción y mejorando la accesibilidad a los alimentos es una realidad, pero, ¿es todo oro lo que reluce? La explotación agrícola de hoy en día necesita dar un paso más y usar los recursos tecnológicos para mejorar su eficiencia y sostenibilidad.
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Para entender qué es y de dónde viene la agricultura moderna hay que hacer un alto en el momento de la revolución verde. Retrocedamos hasta los años sesenta y ochenta, cuando en Estados Unidos se impulsó la agricultura a niveles industriales gracias a la tecnología y a los nuevos recursos, como los fertilizantes de síntesis y otras complejas variedades. Esto abrió el negocio agrícola al mundo y, de repente, se pudo cubrir la demanda de todo tipo de especies de hortalizas de casi todos los rincones; sin importar la estacionalidad y otros factores limitantes de la agricultura tradicional.
Gracias a la revolución agrícola, se hizo frente a problemas de malnutrición y escasez, y hasta se propuso como objetivo final acabar con el hambre en el mundo, pero claro, para eso, hacía falta mucho más que la explosión de la industria agrícola, que, paradójicamente, hoy en día también forma parte del problema de hambre y ambiental que sufrimos a nivel mundial.
Aunque, en un principio, la revolución verde tuviera grandes objetivos, y alcanzara grandes logros como conseguir mayor producción accesible a muchas regiones, aumento de la producción de cereales, y mayor cantidad de especies, pronto se empezó a manifestar el lado oscuro que hoy ya conocemos de la agricultura intensiva: deforestación y devastación de la riqueza del suelo por el uso de productos químicos, contaminación de las aguas, menor calidad nutricional de los cultivos, dependencia del petróleo para el uso de maquinaria agrícola, extinción de los recursos hídricos de las zonas más secas, procreación de plagas más fuertes y resistentes a los pesticidas.
Aunque la revolución de la agricultura supuso un gran avance para todos, nos hemos visto en la necesidad de producir de forma más sostenible y eficiente. La agricultura moderna propone el uso de la tecnología más avanzada para obtener el máximo beneficio de los cultivos sin renunciar a la salud de las personas y del entorno, buscando la eficiencia en los procesos.
Hoy en día, ya podemos hablar de la automatización, el big data y la inteligencia artificial como los nuevos grandes aliados para el sector agrícola.
La agricultura moderna se refiere a la aplicación de tecnologías avanzadas, como la ingeniería genética, la biotecnología, la agricultura de precisión, la automatización y la robótica, para aumentar la eficiencia y productividad de la producción agrícola. También se caracteriza por la utilización de técnicas de manejo integrado de plagas, cultivos hidropónicos, sistemas de riego eficientes y prácticas sostenibles de producción de alimentos.
No obstante, este tipo de agricultura aún está en constante evolución y debe seguir perfeccionando técnicas para que sea realmente sostenible. Aunque haya permitido la producción de alimentos en grandes cantidades y haya mejorado la calidad y seguridad de los alimentos que consumimos, también ha sido objeto de críticas debido a su impacto ambiental y social.
A veces, la producción a gran escala no es compatible con la sostenibilidad, y se debe buscar el equilibrio óptimo para no sobrepasar los límites que nos lleven a causar daños irreversibles. Para seguir cubriendo las necesidades básicas de alimentación de la población, además de concienciar a la sociedad en el consumo responsable, los profesionales de la agricultura moderna deben sumar fuerzas para atender a los siguientes retos:
Sostenibilidad ambiental: la agricultura moderna debe encontrar formas de aumentar la producción de alimentos sin agotar los recursos naturales, contaminar el medio ambiente o degradar el suelo.
Cambio climático: la agricultura intensiva es un gran contribuyente al cambio climático, y a su vez, esta también es afectada por este problema. Los agricultores deben encontrar formas de adaptarse a las temperaturas extremas, a las sequías, a las inundaciones, a las heladas… y, además, deben tratar de reducir su impacto en el medio ambiente.
Seguridad alimentaria: la agricultura moderna debe proporcionar suficientes alimentos saludables y seguros para una población mundial en constante crecimiento.
Resistencia a los pesticidas y enfermedades: las plagas y enfermedades pueden afectar gravemente la producción agrícola, y el uso excesivo de pesticidas, puede mejorar la resistencia de esas plagas y enfermedades, lo que dificulta su control.
Costos y rentabilidad: los agricultores deben lidiar con el aumento de los costos de producción y la competencia global, mientras mantienen su rentabilidad y medios de vida.
Acceso a tecnologías y recursos: los agricultores más pobres pueden tener dificultades para acceder a tecnologías avanzadas y recursos necesarios para mantener la productividad y la sostenibilidad.
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