Curso de Ayudante Técnico Veterinario (A.T.V.) (Titulación Universitaria + 8 Créditos ECTS)
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Conocer la historia de la medicina veterinaria es muy importante, no solo para los amantes de los animales y aficionados, sino para quienes desean incursionar de manera profesional en este nicho. Ahora bien, es necesario tener en claro que su historia es muy amplia, por lo que es importante solo resaltar los puntos más relevantes y así tener una idea general de lo que esto significa.
La etimología de la palabra “veterinario”, que describe a aquellos que proporcionan atención médica a los animales, se remonta al verbo latino “veheri”, que significa “tirar de algo o remolcar”. Inicialmente, este término se aplicó a aquellos que cuidaban de “cualquier animal que trabajara con un yugo” (como ganado o caballos) en la antigua Roma.
Aunque comúnmente se asocia el término “medicina veterinaria” con la Roma antigua, esta conexión ha llevado a la tendencia de iniciar cualquier discusión sobre la historia de la práctica con figuras como el médico romano Galeno (129-216 d.C.).
El “Padre de la Medicina” griega, Hipócrates (alrededor de 460 - alrededor de 379 a.C.), o el escritor Vegecio (finales del siglo IV o V d.C.). Sin embargo, es importante destacar que la práctica ya estaba firmemente establecida en la época en que vivieron estas personalidades.
Determinar el origen exacto de la medicina veterinaria resulta tan desafiante como establecer con certeza cuándo y dónde comenzó la cría de animales o la domesticación inicial de los perros.
Es probable que alguna forma incipiente de medicina veterinaria haya surgido poco después de los primeros intentos de domesticación de animales, que generalmente se sitúan entre el 12,000 y el 10,000 a.C. Sin embargo, numerosos relatos, especialmente aquellos relacionados con la domesticación de perros, sugieren que este evento podría remontarse mucho más en el tiempo.
El rastreo de los orígenes de la medicina veterinaria nos lleva a un punto en la antigua China. Aunque es difícil afirmar con certeza dónde surgió por primera vez esta práctica, la evidencia documentada más antigua nos conduce a las tierras chinas.
Uno de los mitos más cautivadores de la antigua China gira en torno a Fuxi, también conocido como Fu-Hsi o Fu-Shi, y su hermana y esposa Nuwa. Juntos, crearon la humanidad y le otorgaron los dones esenciales de la civilización.
Fuxi, conocido como “el domador de bueyes”, desempeñó un papel crucial al domesticar animales, y su legado se extiende mucho antes de la época del poblado de Banpo, que se sitúa entre el 4500 y el 3750 a.C. Aquí, en este remoto período, emergen evidencias claras de la domesticación, marcando un hito temprano en la relación entre los seres humanos y los animales.
La conexión entre Fuxi y la domesticación de animales aporta un toque mítico, que también destaca la importancia cultural y práctica que la medicina veterinaria pudo haber tenido desde las primeras etapas de la civilización china.
En Mesopotamia, los veterinarios ya habían establecido su presencia en el año 3000 a.C., fusionando su práctica con elementos divinos. Así, la diosa de la salud y la curación, Gula (también conocida como Ninkarrak y Ninisinna), emerge como una figura central.
Gula estaba estrechamente asociada con los perros, desempeñando roles protectores y curativos en la mitología mesopotámica.
La introducción del arte de la medicina se atribuye a Gula, quien comparte este conocimiento con su consorte Pabilsag, sus hijos Damu y Ninazu, y su hija Gunurra. Entre estos, Ninazu destaca como el hijo más influyente, asociado con las serpientes como símbolos de transformación, y con la curación y el inframundo.
Su emblema, el bastón de serpientes entrelazadas, más tarde se asocia con Hipócrates y, en la actualidad, se erige como el símbolo emblemático de la profesión médica.
El misterio envuelve el trayecto de la ciencia veterinaria egipcia hacia la India, y queda sin respuesta la pregunta de si se trasladó o se gestó de manera independiente en esta tierra milenaria.
Sin embargo, a medida que nos adentramos en el intrigante Período Védico, aproximadamente entre el 1500 y 500 a.C., descubrimos que la veterinaria ya se había erigido como una profesión consolidada y respetada en esta región. Las raíces de este fenómeno se entrelazan con la sabiduría del erudito R. Somvanshi, quien arroja luz sobre este fascinante capítulo de la historia.
El florecimiento de la veterinaria en el contexto del Período Védico sugiere un nivel avanzado de comprensión y aprecio por la salud y el bienestar de los animales en la antigua India. La profesión ganó un respeto notable, reflejando la importancia atribuida a la relación entre humanos y animales en la cosmovisión de la sociedad védica.
En sintonía con otras civilizaciones, los griegos también abrazaron la evolución de alguna forma de ciencia veterinaria poco después de la domesticación de los animales.
Sin embargo, un hito significativo en esta narrativa se atribuye a Hipócrates, cuya contribución excepcional resalta como uno de los tratamientos más integrales del tema. Hipócrates estableció un paradigma que influyó en la práctica veterinaria de su tiempo y más allá.
La visión de Hipócrates hacia la medicina veterinaria se caracteriza por un enfoque profundamente empírico. Su metodología, aplicada tanto en humanos como en animales, se basaba en la observación detallada, la recopilación meticulosa de datos y la formulación de tratamientos respaldados por la experiencia práctica.
Este enfoque científico y sistemático no solo distinguía a Hipócrates como un pionero, sino que también sentaba las bases para la evolución futura de la medicina veterinaria.
Este viaje a través del tiempo revela no solo la evolución de la práctica veterinaria, sino también la persistente importancia cultural y espiritual que ha rodeado a aquellos dedicados al cuidado de los animales. Desde antiguos mitos hasta tratados médicos, la medicina veterinaria ha sido, y sigue siendo, un testimonio de la conexión única entre humanos y animales en la historia de la humanidad. Sin duda, conocer más de esto a fondo es fascinante.
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