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Los trabajadores agrícolas asalariados son las mujeres y hombres que trabajan en los campos de cultivo, huertos, invernaderos, unidades ganaderas e instalaciones de procesamiento básico para producir los alimentos y fibras del mundo. Están empleados en fincas de tamaño pequeño o mediano, así como bien en plantaciones y explotaciones industrializadas. Son asalariados porque no poseen ni arriendan la tierra que trabajan ni las herramientas ni equipos que utilizan, lo que les diferencia del grupo de los agricultores.
Estos trabajadores no constituyen un grupo homogéneo. Los términos y condiciones de empleo pueden tener una infinidad de variantes, creando categorías distintas. Trabajadores agrícolas permanentes (de tiempo completo). Trabajadores agrícolas temporales o eventuales. Trabajadores agrícolas estacionales. Trabajadores migratorios. Trabajadores a destajo o trabajadores con algún tipo de retribución «en especie».
El trabajador agrícola en cultivos industriales realiza las operaciones de instalación, mantenimiento, producción y recolección. En una explotación de cultivos herbáceos. Controlando la sanidad vegetal y manejando la maquinaria. Aplicando criterios de buenas prácticas agrícolas, de rentabilidad económica y cumpliendo con la normativa medioambiental, de control de calidad, seguridad alimentaria y prevención de riesgos laborales vigentes.
La demanda del Trabajador agrícola en cultivos industriales fluctúa según las estaciones y esto se refleja en la fuerza de trabajo. Los horarios de trabajo pueden ser extremadamente largos durante la siembra y la cosecha, con horarios más cortos fuera de las temporadas pico de trabajo. Durante los períodos de mayor labor la jornada puede ser de sol a sol, a lo que hay que sumar el transporte de ida y vuelta a los campos. La intensidad del trabajo deja poco lugar para el descanso. La duración de la jornada ofrece poco tiempo para la recuperación. Los sistemas de pago pueden exacerbar esta situación. Como los salarios mínimos tienden a ser bajísimos o simplemente inexistentes y muchos trabajadores eventuales, temporales o estacionales reciben al menos una parte de su salario a destajo (por ejemplo, por kilo de cosecha recolectada, surco desmalezado o hectárea fumigada). Hay un fuerte incentivo económico para extender al máximo los horarios de trabajo, con el fin de mejorar las ganancias.
Gran parte del trabajo agrícola requiere por naturaleza un gran esfuerzo físico, con largos ratos de pie, agachados, inclinados o llevando a cabo movimientos repetitivos en posturas incómodas. El riesgo de accidente se ve aumentado por la fatiga, herramientas pobremente diseñadas, terrenos difíciles, exposición a los elementos y una salud, en general, frágil.
Aunque el cambio tecnológico ha atenuado la pesadez y monotonía del trabajo agrícola. Ha introducido también nuevos riesgos, especialmente asociados con la utilización de maquinaria sofisticada. El uso intensivo de plaguicidas que a menudo se aplican sin las medidas necesarias de seguridad, información ni capacitación. No sorprende que el número de accidentes y enfermedades fatales y graves sea alto. Aun así, los trabajadores agrícolas están entre los menos protegidos en términos de acceso a atención médicas básica, compensaciones laborales, seguro por discapacidad a largo plazo y prestaciones al supérstite.
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