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En los últimos años, el movimiento conocido como tradwife ha cobrado fuerza gracias a las redes sociales. En este post, te hablo del origen del movimiento, su ideología y los motivos que han influido en su expansión. Quédate y descubre todos los detalles sobre en qué consiste el movimiento tradwife y por qué conlleva grandes polémicas.
El movimiento tradwife, abreviatura del inglés traditional wife (esposa tradicional), no se inicia de forma aislada, sino que surge de movimientos antifeministas estadounidenses en los años 70.
Sus defensores reivindican un retroceso a los roles tradicionales de género, en los que la mujer se dedicaba al hogar, a la maternidad y al cuidado de la pareja, mientras el hombre desempeñaba el rol de proveedor económico.
El fenómeno, aunque diverso y no siempre homogéneo, ha despertado interés porque suele estar acompañado de una estética muy cuidada: vestidos de estilo retro, peinados clásicos, cocinas ordenadas, recetas caseras y una atmósfera hogareña idílica.
Muchas mujeres que se identifican con este estilo destacan que no lo ven como una imposición, sino como una elección personal frente a las exigencias del mundo laboral y del feminismo contemporáneo, que, según ellas, obliga a “tenerlo todo”: éxito profesional, vida familiar y desarrollo personal.
Aunque pueda pensarse que se trata de un fenómeno muy específico, los estudios muestran que es más diverso de lo que parece:
La mayoría de las mujeres tradwife son jóvenes, en un rango de edad de entre 20 y 30 años.
Muchas están casadas y con hijos, aunque también hay mujeres solteras o sin hijos que se sienten atraídas por la estética y los valores del movimiento.
Aunque suele asociarse a mujeres blancas y de clase media, investigaciones recientes han encontrado que casi la mitad de quienes participan en comunidades tradwife en plataformas como TikTok son mujeres de color.
El componente religioso está presente en varios casos: algunas se inspiran en valores cristianos tradicionales, mientras que otras lo ven más como un estilo de vida desligado de lo espiritual.
Las plataformas digitales han sido determinantes para la expansión del fenómeno. TikTok, en particular, ha servido de escaparate:
Influencers como Nara Smith o RoRo, que comparten recetas caseras, rutinas de cuidado y escenas de vida doméstica, han contribuido a popularizar la tendencia.
Además de TikTok, Instagram y YouTube también concentran miles de publicaciones donde se combinan tutoriales, reflexiones sobre el rol de la mujer y una estética que evoca los años 50.
El contenido no se limita a la simple exhibición de un estilo de vida; muchas creadoras monetizan su imagen a través de colaboraciones con marcas, venta de productos o cursos en línea.
Los postulados del movimiento tradwife incluye varias ideas centrales:
Valorización del hogar y la familia: se celebra la vida doméstica como un espacio de plenitud y de verdadero propósito.
Roles complementarios entre hombres y mujeres: se defiende que el marido provea económicamente y la mujer cuide del hogar.
Crítica al feminismo moderno: muchas voces dentro del movimiento lo ven como una fuente de frustración y de presión excesiva.
Estética de lo cotidiano: el trabajo doméstico se muestra como algo bello y satisfactorio, en contraste con la idea de que es invisible o poco valorado.
Para entender mejor el alcance del fenómeno, algunas investigaciones han aportado números concretos:
Un estudio de la Universidad de Hawái sobre TikTok encontró que los contenidos tradwife presentan cuatro grandes mensajes antifeministas, entre ellos la idea de que el feminismo es incompatible con la feminidad.
La misma investigación reveló que, contrariamente a lo que se suele pensar, existe diversidad racial en las creadoras de este tipo de contenido.
Según el Institute for Family Studies, en EE. UU. alrededor del 63% de las madres casadas consideran ideal no trabajar o hacerlo a tiempo parcial, una cifra que conecta con el ideal defendido por el movimiento.
Un seguimiento de 36 tradwives realizado por GNET mostró que gran parte de ellas actúan como creadoras de contenido profesional, adaptando sus publicaciones a cada plataforma y, en algunos casos, vinculando su estilo de vida con posiciones políticas conservadoras.
La decisión de abrazar este estilo de vida puede explicarse por varios factores:
Búsqueda de propósito y sentido: el cuidado del hogar y la crianza son vistos como actividades con un valor profundo.
Rechazo al estrés laboral: para algunas, la vida profesional ofrece más presiones que satisfacciones.
Atracción por la estética: el estilo vintage, la cocina casera y la decoración hogareña también funcionan como elementos de identidad.
Sensación de libertad de elección: muchas tradwives recalcan que su opción es voluntaria, lo cual marca una diferencia con los modelos tradicionales impuestos en el pasado.
A pesar de la atracción que genera, el fenómeno no está exento de cuestionamientos. Por un lado, se critica que romantiza una visión irreal del pasado, ocultando desigualdades y dependencias económicas.
Además, expertos/as advierten que puede reforzar la desigualdad de género, al promover que las mujeres abandonen su autonomía económica. También se ha detectado la presencia de discursos extremistas en ciertos sectores del movimiento, donde se mezcla la estética hogareña con ideologías radicales o ultraconservadoras.
Se señala, además, que no todas las mujeres tienen la posibilidad económica de optar por este estilo de vida, lo cual introduce un sesgo de privilegio.
El movimiento tradwife sigue en expansión, especialmente en Internet. Su crecimiento reciente coincide con una mayor atención mediática y académica, que busca entender cómo este fenómeno afecta la percepción de género y cómo dialoga —o choca— con las conquistas del feminismo.
Más allá de la polémica, lo cierto es que combina elementos de nostalgia cultural, estrategias de marketing digital, debates sobre género y tensiones sociales contemporáneas. Es, por tanto, no solo un estilo de vida sino también un espejo de los cambios culturales actuales.
En conclusión, el movimiento tradwife no es un simple retorno al pasado, sino una construcción contemporánea que utiliza los recursos digitales para difundir un ideal doméstico. A medio camino entre la elección personal, la estética y la ideología, refleja cómo las discusiones sobre los roles de género siguen vivas y evolucionando.
Con millones de visualizaciones y cientos de perfiles que lo promueven, el movimiento se consolida como una tendencia cultural con impacto real, aunque no exento de controversias y riesgos al normalizar estructurales patriarcales y supremacistas.
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